El mayor fallo de la gestión es que ni los pescadores ni los gestores poseen los conocimientos necesarios para dirigir algo tan complejo como un ecosistema marino costero. El derecho a pescar no se debería basar en si uno dispone del dinero suficiente para comprarse un barco, sino en los conocimientos y la voluntad de trabajar en colaboración con los gestores y los científicos para hacer que la pesca sea sostenible. El derecho a pescar se debería ganar o perder según la voluntad de aceptar unos límites razonables a las capturas.

Paul Greenberg

18 de octubre de 2014

EL REORDENAMIENTO DE LA ANCHOVETA

El proyecto de decreto supremo que aprueba las normas para el fortalecimiento del ordenamiento pesquero del recurso anchoveta publicado casi simultáneamente con el informe del IMARPE sobre la crítica situación de dicho recurso, es una evidencia de que el sector trabaja bajo cuerdas separadas.

La norma pretende establecer puntos de desembarco, y fijar una cuota anual de captura para el CHD. Pero con el pequeño stock de anchoveta informado por el Instituto del Mar, la intención de ordenamiento no podía ser más inoportuna. ¿Qué límite máximo de captura se puede fijar con una biomasa que no permite su extracción sana sin comprometer más al recurso?

Los permisos de pesca para la captura de anchoveta por las embarcaciones de menor escala vuelven al ámbito de control del Ministerio, lo que implica que este este organismo será el responsable de su fiscalización y control. Esto requiere de recursos financieros que permitan implementar mecanismos y personal de control. 

¿De dónde van a salir estos si por efecto de la probable suspensión de la temporada de pesca el Estado cobrará menos por derechos de pesca y por impuesto a la renta?

La norma puede ser buena o mala o susceptible de ser mejorada según diversos puntos de vista; pero publicarla casi en simultáneo con el informe del IMARPE es poco prudente.

En declaraciones al diario El Comercio el 17 de octubre la autoridad de pesquería expresó que “en cuanto a la decisión de incrementar el derecho de pesca al sector industrial, mencionó que eso aún sigue en evaluación. 

Sin embargo, consideró que en la medida que la pesca para consumo humano directo (CHD) se vaya ordenando también debería contribuir con el pago de este derecho”. “Cuestionó que la contribución de la pesca industrial es baja, de solo US$6 por tonelada de anchoveta”. Esto es un error. EL derecho de pesca es el 0.25% del valor FOB de la tonelada exportada de harina de pescado. Si fuese su precio US$1,500, el derecho de pesca a pagar sería de US$3.75 y no de 6 dólares, que además no se cobrarán si no se asigna cuota para la temporada”.


Por otro lado, la misma nota dice que el Ministerio de la Producción (Produce) inaugurará en quincena de diciembre un nuevo centro de seguimiento satelital para fiscalizar la pesca de la anchoveta, el mismo que se convertirá en el más moderno de la región, adelantó el viceministro de Pesqueria, Juan Carlos Requejo.

14 de octubre de 2014

Oceanos y mares, nuestros vertederos

La contaminación no tiene fronteras. Se mueve por la atmósfera libremente y por los océanos gracias a las corrientes marinas, haciendo posible su desplazamiento y expansión a miles de kilómetros de su fuente. Desde el Polo Norte al Polo Sur, el mar esta contaminado con residuos y compuestos tóxicos exponiendo así todos los ecosistemas marinos a varios grados de polución. A pesar de las evidencias, el hombre, guiado por su avaricia hacía un desarrollo insostenible, aún niega de comprender que al contaminar el mar, envenena los ecosistemas marinos y consecuentemente a él mismo.

Lea el artículo " OCEANOS Y MARES, NUESTROS VERTEDEROS" en la edición de Octubre de la Revista Pesca.

4 de octubre de 2014

Pescando contradicciones ¿Política pesquera equivocada?

Cada vez queda más claro que la actual política pesquera es la equivocada.

Como informamos ayer en nuestra sección Portafolio, un reciente estudio de Macroconsult sobre los efectos del decreto que “reordenó” la pesca industrial de anchoveta hace dos años ha confirmado lo que –desde antes de su aprobación– diversos expertos argumentaban sucedería: no se ha cumplido ninguno de los objetivos por los que la norma fue aprobada y, por el contrario, esta ha agudizado los problemas que buscaba solucionar.

La regulación actual prohíbe la pesca industrial dentro de las 7 millas en el sur y las 10 millas en el norte de nuestro litoral, dejando las mismas como exclusivas y liberadas (es decir, sin límite de cuotas) para las embarcaciones pequeñas y artesanales siempre que pesquen para el consumo humano directo. Mientras tanto, los industriales, que, a diferencia de los anteriores, sí cuentan con cuotas máximas de pesca individuales, un régimen de vedas y un sistema de control vía satélite, pueden operar solo a partir de la milla 7 o 10 en el sur y norte, respectivamente.

El argumento utilizado por el presidente Ollanta Humala para la aprobación de esta norma fue que se debe privilegiar el consumo humano de los recursos marinos y reconocer el “sacrificio de los pequeños pescadores y la irresponsabilidad de las grandes empresas que han depredado la anchoveta”. El presidente, sin embargo, perdió de vista que lo que hace que un pescador deprede el recurso no es el tamaño de su operación (pues la suma de pequeños pescadores puede depredar igual que una embarcación industrial) sino que la misma se realice sin controles. Y esto, justamente, es lo que sucede con la pesca menor a la que se le entregaron las primeras millas.

A dos años de la aplicación de esta regulación, la evidencia sobre sus pésimos resultados es clara. El informe de Macroconsult ha mostrado que con el decreto ha aumentado la pesca ilegal y ha caído dramáticamente la pesca para el consumo humano directo (pues a los informales les sale más a cuenta vender el pescado para otros fines, lo que difícilmente se controla). El informe detalla, por ejemplo, que la brecha entre la exportación de harina proveniente de la pesca legal y de la pesca ilegal antes de la aplicación del decreto era de 73 mil toneladas anuales, mientras que ahora la brecha ha saltado a 163 mil toneladas en favor de los ilegales. Asimismo, el informe señala que la producción de anchoveta para el consumo humano antes del decreto había llegado a un pico histórico de 125 mil toneladas y ahora, sumado a que el Estado ha dejado de ofrecer este recurso en sus programas alimentarios, se estima que este año a duras penas se cerrará con 30 mil toneladas.

Por otro lado, a raíz de que se restringió la actividad de las grandes empresas, al término de la primera temporada de pesca la participación en el PBI de este sector se encuentra en descenso, el nivel de desembarques también ha caído y las exportaciones están yendo por el mismo camino. Para la Sociedad Nacional de Pesquería, se estima que al cierre del 2014 los desembarques totales serán de 3,5 millones de toneladas, equivalentes a la mitad del promedio de desembarques entre el 2000 y el 2011. Asimismo, las exportaciones de harina y aceite de pescado se encuentran en riesgo y se estima que serán similares al bajo nivel del 2013, aproximadamente de US$1.800 millones, lejos de los US$2.300 millones del 2012.

Como cereza de la torta, principalmente debido a las restricciones que se le impuso, la industria solo ha podido pescar el 68% del total de la cuota asignada por el propio gobierno, dejando de pescar 807.070 toneladas, lo cual representa aproximadamente US$385 millones en pérdida de exportaciones y US$21,2 millones en pérdida de ingresos de los trabajadores. Un lujo que en el contexto de desaceleración en el que nos encontramos no nos podemos dar.

Es urgente un cambio en la política pesquera. No debe hacerse distinciones entre grandes y pequeños y tiene que establecerse un sistema de cuotas individuales generalizado con controles aplicables a todo el mundo. La designación del flamante viceministro de Pesquería abre una nueva puerta para un cambio de rumbo. Ojalá él decida dar el giro que es necesario para enderezar este asunto y que el gobierno deje de pescar tan solo contradicciones.

Fuente

NOTA DE PESCA

Un cambio en la política pesquera supone que existe algo llamado política pesquera, lo cual no es cierto. Lo que existen son normas dispersas, aisladas y no integradas en un contexto que configure una política integral de largo plazo con objetivos e indicadores claros. Como muestra hay que referirse a la existencia de un Plan Estratégico Sectorial Multianual aprobado, con plena vigencia; pero el cual nadie respeta ni cumple, o quizá ni conoce siquiera.


Por tanto lo que se necesita es el diseño de una Política de Estado nacida de un consenso entre el Estado, los administrados y la ciudadanía. Las evidencias y la historia demuestran que la imposición de normas, por más sustento legal y constitucional que exista, no garantizan su fiel cumplimiento, sobre todo con un Estado débil y carente de adecuados mecanismos de fiscalización y sanción.

28 de septiembre de 2014

Las declaraciones del Ministro y las cifras del sector público pesquero

En la edición de Octubre 2014 de la Revista Pesca:

La estadística de desembarques que muestra el cuadro anterior permite demandar una respuesta a la pregunta ¿cuál es la estrategia para incrementar el consumo de pescado per cápita?

Las cifras indican que los desembarques de productos pesqueros para consumo humano directo no muestran un incremento significativo desde el 2006.

El incremento del consumo implica, además, no solamente mayor extracción sino también mayor demanda.

El incremento de la extracción requiere de información científica que no se conoce, porque no se puede capturar más allá de límites científicamente definidos. La cantidad de pescadores existente, es decir la capacidad de esfuerzo pesquero real, ¿debe mantenerse, reducirse o incrementarse?
Por tanto, las declaraciones recientes de las autoridades peruanas pueden no ser necesariamente correctas.

Lea la sección " EL SECTOR PESCA EN CIFRAS" en la edición de Octubre de la Revista Pesca.



19 de septiembre de 2014

PROTEGIENDO LA ALTA MAR HOY ASEGURAMOS EL ALIMENTO DE MAÑANA.



Estamos aquí para recordárselo a la ONU, hace falta un acuerdo internacional.

Un océano en buen estado de salud es fundamental para toda la vida en la Tierra: nos proporciona alimento, agua potable, energía, medicamentos, la mitad del oxígeno que respiramos e incluso el lugar perfecto para muchas de nuestras vacaciones.

Pero durante demasiado tiempo hemos sacado de él demasiado pescado, lo hemos contaminado indiscriminadamente y hemos dañado hábitats y ecosistemas vulnerables del lecho marino. Estamos llevando nuestro sistema oceánico al borde del colapso y con ello ponemos en peligro nuestra propia salud y prosperidad.

El valor de los recursos marinos y costeros asciende a 3 billones de USD anuales, alrededor del 5% del PIB mundial; en todo el mundo, unos 350 millones de empleos están vinculados al océano, y el 97% de los pescadores vive en países en desarrollo.

Sin embargo, sin la correcta ejecución de una normativa sólida que proteja la vida en el océano, una minoría seguirá abusando de la libertad de la alta mar, saqueando las riquezas que se encuentran bajo las olas, llevándose más de lo que justamente le corresponde y beneficiándose a expensas del resto de nosotros, especialmente de los más pobres.

La buena noticia es que tenemos una oportunidad fantástica para cambiar las cosas. En septiembre de este año, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) empezará a debatir el futuro de la alta mar y el modo en el que ésta debería gobernarse. Esto no volverá a suceder en bastante tiempo, por lo que tenemos que aprovechar al máximo la oportunidad que ahora se nos presenta.

La alta mar, que se compone de aguas internacionales y cubre el 45% de la Tierra, nos pertenece a todos; sin embargo, en la actualidad parece un Estado fallido fuera de la jurisdicción de cualquier Gobierno. Nadie está asumiendo la responsabilidad general, lo cual tiene como alarmante consecuencia que la salud de todo el océano está sufriendo un grave declive.

Ha llegado el momento de ampliar el Derecho del mar para que cubra la parte azul oscuro de nuestro planeta. Necesitamos un nuevo acuerdo internacional (bajo la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, CONVEMAR) para garantizar la salud y la conservación del océano, así como el uso sostenible y equitativo de sus recursos.

Esto nos permitirá asegurarnos de que tendremos suficiente comida para todos, un acceso equitativo a nuevos medicamentos fabricados a partir de organismos de las aguas profundas para luchar contra el cáncer y otras enfermedades graves, resiliencia ante los peores impactos del cambio climático y la protección de los valiosos hábitats marinos frente a la actividad de las industrias destructivas.

El Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, está comprometido con la salud y la protección del océano pero necesita nuestro apoyo para contar con el debido mandato en septiembre para hacer un llamamiento a los líderes mundiales para que elaboren este nuevo acuerdo.

Únete a nuestra misión para conseguir un océano sano y lleno de vida, y pida a Ban Ki-moon que haga un llamamiento a la protección de la alta mar y el restablecimiento de la salud del océano.
Vea el video en el siguiente link:


Fuente:


QUEDAN DIEZ DÍAS PARA ALZARSE POR LA SALUD DEL OCÉANO

por Cristina Narbona, Commissioner, Global Ocean Commission
Organizador de peticiones

Estimad@ amig@:

Gracias por firmar mi petición por la salud del océano. ¡Eres es una de las más de 218.000 personas que están pidiendo con fuerza la protección de la alta mar!

En menos de dos semanas, el 24 de septiembre, nuestra petición llegará a su punto álgido cuando los líderes mundiales se reúnan en Nueva York.

Tenemos que recordarles que queremos un océano mundial en buen estado de salud y adecuadamente protegido.

¿Puedes ayudarme a reunir 250.000 firmas?

Sólo nos quedan unos pocos días hasta que nuestros Comisarios y Copresidentes de la Comisión Océano Mundial entreguen nuestra petición global al Sr. Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas.

¡Ayúdame a darle a la petición un empujón final! Se han publicado nuevas versiones de la petición en La India y Japón, e incluso se han unido a nuestra causa varias personalidades que han lanzado sus propias peticiones en sus países de origen: Paulo Guilherme en Brasil, Hannes Jaenicke en Alemania y Yann Arthus-Bertrand en Francia.

¡Todas y cada una de las voces cuentan! Por favor, comparte esta petición con tus familiares y amigos por email, en Twitter y en Facebook. Restablecer la salud del océano es posible, y proteger la alta mar es fundamental para nuestra propia supervivencia.

Posibles tuits:

¡Ayuda a @GOceanC @CristinaNarbona a reunir 250.000 voces por la salud y la protección d #altamar y #océano! ¡Firma! http://goo.gl/MxIIoT

INICIATIVA: Petición para la #altamar de @GOceanC @CristinaNarbona. ¡Por favor, firma y RT! http://goo.gl/MxIIoT

Puedes hacer algo por el #océano AHORA: ¡PF firma la petición para la #altamar d @GOceanC @CristinaNarbona! http://goo.gl/MxIIoT


Para:
Ban Ki-moon, Secretary-General, United Nations
Estimado Secretario General:

Sé que Usted está personalmente comprometido con la salud y la protección del océano.

No necesito recordarle que el océano suministra la mitad del oxígeno que respiramos, o que miles de millones de nosotros dependemos de él para tener alimento, agua potable, energía, transporte y medicamentos, o incluso que cubre el 70% de la superficie de la Tierra y contribuye de forma decisiva a la existencia de vida en el planeta.

Y como valiosos recursos, como por ejemplo medicamentos, provendrán cada vez más del océano en el futuro, estoy seguro de que estará de acuerdo conmigo en que tenemos que garantizar que los recursos marinos se protegen y gestionan de forma responsable y justa, y que todos nos beneficiamos de este bien, común, incluyendo las generaciones futuras.

Tres mil millones de personas dependen del océano para su subsistencia. El valor de los recursos marinos y costeros asciende a 3 billones de USD anuales, alrededor del 5% del PIB mundial; unos 350 millones de empleos en todo el mundo están vinculados al océano, y el 97% de los pescadores vive en países en desarrollo.

Los científicos nos dicen que estamos empujando nuestro sistema oceánico al borde del colapso y, sin una gobernanza adecuada, estamos poniendo en peligro la seguridad alimentaria, la prosperidad global y la propia salud y el sustento de la humanidad.

Me consta que la Asamblea General de las Naciones Unidas debe tomar una decisión sobre si negocia o no un nuevo acuerdo sobre la protección de la alta mar durante el próximo período de sesiones, que empezará el 24 de septiembre de 2014.

Apoyo a los muchos Estados que ya han hecho un llamamiento a la adopción de un acuerdo de implementación bajo la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar que promueva el restablecimiento de la productividad del océano, lo proteja ante la explotación irresponsable, dé prioridad a la salud del océano, refuerce el reparto equitativo de los beneficios que genera y permita la creación de áreas marinas protegidas en alta mar para regenerar las poblaciones de peces.

En su discurso de apertura ante los líderes mundiales en la Asamblea General en septiembre, le ruego que añada mi voz a la de los millones de personas que quieren darle un mandato tanto a Usted como a los miembros de las Naciones Unidas para iniciar la negociación de un acuerdo que rija el uso sostenible y la conservación de la alta mar.

Ha llegado la hora de cuidar nuestro océano como se merece. Le ruego que reclame la adopción de un nuevo acuerdo en favor de la protección de la alta mar y la salud del océano.

Atentamente,
[Su nombre]

15 de septiembre de 2014

Una etica para la sostenibilidad



Hablar de ética siempre es complicado, ya sea aplicada a la sostenibilidad y la arquitectura o a cualquier otro ámbito de la vida. Es un término que, por un lado, da la impresión que siempre se intenta esquivar y, por otro, parece que cuando se usa puede entrar en conflicto con su “prima” la moral y sus posibles connotaciones religiosas. Por ello, quizás sea interesante remitirnos a la propia etimología de la palabra y desde ahí ver hasta dónde podemos llegar.

A su vez, hablar de sostenibilidad, con cierta conciencia de lo que se habla, es cada día más difícil. El término ha sido tan usado bajo directrices puramente mediáticas que, prácticamente, se ha vaciado de contenido. Por otro lado, quienes todavía queremos seguir dotándole de contenido, en realidad, no terminamos de ponernos de acuerdo en qué es (y qué no es) la sostenibilidad. Si, a todo ello, sumamos el concepto de la sostenibilidad aplicada al terreno de la arquitectura y la ciudad, el planteamiento se complejiza todavía más. Aún así, y  a sabiendas de la dificultad que entraña la puesta encima del tablero de todas estás ideas, si os parece, vamos a por ello.

La palabra ética proviene del griego êthos y comúnmente se ha dado por válido que su significado viene a ser “carácter” o “costumbre”. Curiosamente, si buscamos la procedencia de la palabra moral, vemos que nace de la voz latina “moris” y significa “costumbre”. Por lo tanto, desde ahí, el significado de ética y moral vendría a ser el mismo. Sin embargo, si rastreamos un poco más el significado de la palabra ética, podemos observar que anterior a  “carácter o costumbre”, parece ser que la palabra êthos se entendía por nuestra actual “estancia”; por ello, la ética nace en relación directa a la idea de lugar habitado. Y, dicho esto, no podemos dejar de recordar cómo Martin Heidegger nos hablaba del habitar como meta del construir; siendo la aspiración de este construir, en sí mismo, el habitar.

A su vez, el filósofo alemán incidía en la idea de que “los mortales habitan en la medida en que salvan la tierra.” Entendiéndose, evidentemente, que “salvar la tierra no es adueñarse de ella; no es hacerla nuestra súbdita, de donde sólo un paso lleva a la explotación sin límites.” (1)

Por ello, lo que une a la ética y la moral, originalmente, es la idea de estancia, entendida, desde Heidegger, como morada (aufenhalt). Así, la ética es el acto de reflexión sobre el lugar que habitamos o moramos.  Si a esta idea, unimos la acepción de “salvar la tierra”, de cuidar el lugar donde hemos de construir nuestra morada, llegamos a uno de los conceptos claves de la sostenibilidad: poder garantizar con el desarrollo sostenible nuestras necesidades actuales sin comprometer las de las futuras generaciones. (2)

Con todo ello, los mortales, como tales, seguimos unos preceptos morales que se diferencian de la ética en que son particulares de cada uno  y pertenecen a nuestra vida cotidiana. De esta forma, es la ética quien estudia qué es lo moral; las “costumbres” y  comportamientos morales de nosotros “mortales” y “habitantes” de la tierra. De alguna forma, se pudiera decir que la moral está ligada a la subjetividad y la ética a la objetividad. Por ejemplo, los derechos humanos son acuerdos éticos, a los que, tras muchos siglos de penurias, llegó el ser humano (por increíble que parezca, la abolición legal de la esclavitud en  España no llegó hasta 1837); siendo este logro una de las mayores conquistas de la humanidad.  Sin embargo, el dicho de “no hagas a los demás lo que no quieras para ti” entra en relación directa con la moral de cada uno.

Por lo tanto, desde tiempos remotos, han existido una serie de preceptos o códigos de conducta con los que los seres humanos se relacionaban entre ellos y con el planeta; incluso, yendo al extremo, un buen pirata, debía ser valeroso y equitativo en el reparto del botín. Desde  aquí, es fácil llegar a la idea de bien y de mal tan necesaria para que nuestros comportamientos sean justos (Aristóteles ya hablaba de la justicia como única forma de llegar a la felicidad) y acordes al sentido común. Es decir,  la ética sólo puede entenderse como una reflexión sobre la moral, en la que se pregunta el por qué de nuestros actos.

En paralelo a esta primera reflexión, si rebobinamos en el tiempo, podemos llegar hasta un primer acto revolucionario en el que los hombres cambiaron sus comportamientos de manera radical. Estamos hablando del  momento en que hace 10.000 años – segunda etapa de la edad de piedra: el neolítico-,  unos pequeños grupos nómadas, de los no más de ocho millones de habitantes que por aquel entonces habitaban la tierra,  se plantearon hacerse sedentarios. En ese preciso instante (algunos autores hablan de revolución neolítica), estas tribus tomaron conciencia de la idea de futuro; ya no se trataba de vivir sólo pensando en la caza que se podría conseguir en un mismo día, sino que se comenzó a pensar en cómo se podían alimentar (principalmente, a base de cereales) durante los próximos meses. Con todo ello, surgieron los primeros cuidados de la tierra y, para garantizar la buena siembra y posterior recolecta, estudios sobre astronomía básica.  A su vez, todo ello, les llevó a asentarse en  lugares elevados y de difícil acceso (como estrategias de defensa), pero que, igualmente, les permitieran tener buenas cosechas y domesticar animales.

De esta forma, vemos que ese cuidado de la tierra, como estancia habitada, al que se refiere la más antigua etimología de la palabra ética, contextualizada en momento de toma de conciencia por el futuro, se convierten en la semilla del tema que hoy tenemos entre manos.
Si, por un momento, nos olvidamos de la ética, nada impediría al ser humano pensar en agotar todos lo recursos, contaminar sin control y dejar tantos residuos como fueran necesarios para garantizar nuestras aspiraciones de bienestar.  Si a esto sumamos que, desde que se produjo la revolución industrial nos hemos convertido en grandes devoradores de estos recursos y el nivel de vida al que aspiramos hace que seamos un auténtico peligro para el planeta, seguramente se produciría una huella ecológica de tal magnitud que nuestros nietos no recibirán un legado. Por lo tanto, el big bang del concepto de la  sostenibilidad no es otro que la ética y es ésta quien debe regir los planteamientos de cualquier intervención sostenible.

(1) MARTIN HEIDEGGER, Construir, habitar, pensar
(2) INFORME BRUNDTLAND. Informe socio-económico elaborado por distintas naciones en 1987 para la ONU, por una comisión encabezada por la doctora Gro Harlem Brundtland.
    Autores del texto: Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó (Stepienybarno).
Fuente:

4 de septiembre de 2014

Dia internacional contra el cambio climático



El  efecto invernadero es el efecto más devastador de los Siglos XX y XXI
21 de septiembre Día Internacional “Contra el cambio climático

Por Sylvia Ubal

Cada 21 de septiembre asumimos la defensa de nuestro ecosistema. Este mes tiene gran significado en fechas históricas, positivas y negativas a nivel  mundial. Para Uruguay, Argentina y Brasil el  21 de septiembre es el día de la primavera, pero también en esta fecha el Día Internacional de Lucha contra los Monocultivos de Árboles.  En Venezuela y varios países de Latinoamérica se celebra el día mundial “Contra el cambio climático”. Esta fecha ha sido asumida  por los ecologistas de Avaaz.org, debemos señalar que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1981 en su Asamblea General establece que el 21 de septiembre, es el “Día Internacional de la Paz”  y “estaría dedicado a conmemorar y fortalecer los ideales de paz, en cada nación, en cada pueblo y entre ellos".

Día Internacional de Lucha contra los Monocultivos de Árboles

Esta fecha que fue lanzada en el año 2004, en Brasil, por parte de la Red Alerta contra el Desierto Verde, sirve para tener un día especial al año para denunciar los graves impactos del modelo de producción industrial de árboles a gran escala sobre las comunidades y los ecosistemas. Año tras año organizaciones y movimientos sociales alzan su voz durante este día en varias partes del mundo para manifestar su rechazo al avance de las plantaciones forestales para exigir que se detenga la expansión de las plantaciones industriales de árboles, dar  visibilidad a sus luchas y denunciar los impactos negativos que generan las plantaciones de árboles sobre sus medios de vida y sus territorios, es una fecha para celebrar la resistencia y la solidaridad y levantan sus voces para decir ¡Basta ya de monocultivo de árboles que atenta contra la soberanía de nuestros pueblos!

La Organizaciòn  Amigos de la Tierra viene alertando desde hace muchos años la creciente financierización de la naturaleza promovida por los agentes financieros, la banca internacional y las corporaciones transnacionales, que cuentan además con el aval de nuestros gobiernos.

 

Mientras el capital financiero gana más dinero explotando servicios ambientales, también incentiva a través de fondos especulativos la expansión de los monocultivos de árboles, ya sea para celulosa, aceite o caucho, o para carbono Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de bosques  (lo cual se conoce con la sigla REDD+) y energía como parte de las falsas soluciones a la crisis climática generando un mayor acaparamiento de tierras y cada vez más impactos sobre las comunidades locales.

 

A nivel global se estima que las plantaciones industriales de árboles han quintuplicado su superficie, sobre todo en los países del Sur, donde los actores involucrados en el negocio encuentran condiciones más favorables.
Uruguay no está ajeno a este proceso, se encuentra en la lista de los que han tenido niveles de expansión muy altos; hoy tiene más de 2 millones de hectáreas forestadas con especies “exóticas” (pinos y eucaliptos), El país perdió cientos de miles de hectáreas, y decimos que las perdió porque están en manos de un puñado de trasnacionales del sector forestal. Y bien sabemos que los monocultivos industriales de árboles, cuando llegan se quedan largo tiempo, para desgracia de quienes los rodean, porque pierden el agua, sus producciones locales, sus vecinos, su paisaje, su identidad.

Día Internacional “Contra el cambio climático”

Por iniciátiva de la Organización de Ecologistas de Avaaz.org decidieron celebrar el domingo 21 de septiembre de 2014 con un acto en Venezuela y varios países del mundo.”Contra el cambio climático”, con el objetivo de movilizar y sensibilizar a millones de personas acerca de los efectos del cambio climático y el grave peligro que conlleva el calentamiento global.

Se realiza con el fin de reforzar la conciencia pública a escala mundial sobre los problemas relacionados con el cambio climático, que es uno de los mayores desafíos a que deberá responder la humanidad en los próximos años. Incremento de las temperaturas, deshielo de los glaciares, multiplicación de las sequías y de las inundacione, todo apunta a que el cambio climático ha comenzado. Los riesgos son inmensos para el planeta y las generaciones futuras, lo que nos obliga a actuar de forma urgente.

El Cambio climático es, sin duda, el problema ambiental más devastador del Siglo XX y XXI, generando inundaciones, sequias, tormentas severas, huracanes… La destrucción de ecosistemas pone en peligro no sólo a las comunidades que dependen directamente de ellos sino también al planeta entero. El aumento de los gases de efecto invernadero en la atmósfera se debe en gran medida, a la quema de combustibles fósiles como la gasolina, el diesel y el gas, que emiten dióxido de carbono. De igual forma, la descomposición de los basureros y la crianza de animales genera millones de toneladas de gas metano y lo mismo ocurre con el uso de fertilizantes que generan óxido nítrico. También influyen la creciente destrucción de los bosques y el cambio en el uso del suelo. Todo eso agudiza el impacto de las crisis globales.

Día Internacional de la Paz

 

El Día Internacional de la Paz se estableció originalmente en 1981 en la resolución 37/67 de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) que declaró que el 21 de septiembre será una fecha orientada para celebrar y observar la paz.

Un día dedicado a conmemorar y fortalecer los ideales de paz en cada nación y cada pueblo. La ONU debe velar y trabajar para los habitantes de todos los países del mundo, asegurar la paz y la seguridad, promover la democracia y proteger los derechos y libertades no solo para un puñado de parásitos ávidos de acumular riquezas materiales a costa del saqueo y del sufrimiento de pueblos enteros,
En muchos casos, quienes especulan con el “negocio de la naturaleza” son los mismos que se enriquecen destruyéndola. Mientras el capital financiero explora los “servicios ecosistémicos”, también continúa expandiendo sus intereses en actividades destructivas. Por ejemplo, es cada vez más común que los fondos de pensiones o de inversión de los países del Norte especulen e inviertan en grandes plantaciones industriales de árboles en los países del Sur. Los impactos negativos que esto tiene sobre los ecosistemas, la biodiversidad, las fuentes de agua y los medios de supervivencia de las comunidades locales han sido ampliamente demostrados. 

La ONU sí puede tomar medidas que hagan frente a la urgencia de frenar el cambio climático debe exigir a los principales responsables del calentamiento global políticas urgentes y concretas para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero. Estas políticas pasan, inevitablemente, por una reducción del consumo de energía.

La ONU afirma que la degradación de la tierra convierte a las zonas en lugares absolutamente inseguros y esa inseguridad puede desestabilizar naciones. La desertificación está plenamente relacionada con los cambios climáticos, la conservación de la biodiversidad y la necesidad del manejo sustentable de los recursos naturales.

Por eso hacemos un llamado a unir nuestras luchas para exigir a los gobiernos que paren la expansión de monocultivos de árboles, la destrucción despiadada del planeta, el aire, el agua, el clima y todas las formas de vida que lo habitan y que inician un proceso de desmantelamiento de la especulación y de la mercantilización de la vida.

El Cambio Climático clama por la acción urgente. Por eso estamos todos invitados a marchar el 21 de Septiembre en nuestras ciudades.  En Venezuela el símbolo es un Corazón Verde que simboliza el Amor por el Planeta, el Amor por las Energías Limpias, por nosotros como seres que habitamos este planeta


Publicación Barómetro 04-09-14
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