El mayor fallo de la gestión es que ni los pescadores ni los gestores poseen los conocimientos necesarios para dirigir algo tan complejo como un ecosistema marino costero. El derecho a pescar no se debería basar en si uno dispone del dinero suficiente para comprarse un barco, sino en los conocimientos y la voluntad de trabajar en colaboración con los gestores y los científicos para hacer que la pesca sea sostenible. El derecho a pescar se debería ganar o perder según la voluntad de aceptar unos límites razonables a las capturas.
Paul Greenberg
21 de septiembre de 2010
Peru y su necesidad de contar con una flota de altura
A lo largo de los últimos 15 años el Perú no ha dispuesto de una flota de altura para la captura de túnidos, ni de jurel. El país es un testigo lejano de las capturas de especies transzonales y altamente migratorias como las indicadas. La inversión privada en este negocio, asegura para el Estado Peruano, la creación de una flota de altura que participará en la explotación del jurel en aguas internacionales, obteniendo beneficios para el país.
Actualmente hay tímidos intentos de unos cuantos barcos por incursionar en la actividad. Se necesita una flota y no solo unos barcos. Encontrar el cardumen se facilita cuando son varios barcos trabajando en equipo en la operación de búsqueda. Las experiencias del Bjornoy evidencian que un barco solo tiene limitaciones.
Las características técnicas del barco deben tenerse en cuenta considerando que la potencia del motor debe permitir arrastrar a una velocidad de entre 5 a 6 nudos, dada la velocidad de desplazamiento del jurel. Un arrastre a menos de 4.5 nudos sencillamente facilita que el cardumen salga de la red.
El bunker y el espacio de maniobra en cubierta deben ser suficientes.
La tripulación debe ser experta. Una tripulación cerquera dispone de una experiencia diferente a la de una tripulación arrastrera.
El Perú poco a poco se va quedando con menos gente experimentada en el arrastre de media agua. Las experiencias con las flotas extranjeras y Flopesca creó una generación de capitanes y tripulantes con un expertisse muy bueno. La inexistencia de una flota actual obligó a esa gente a emigrar en busca de oportunidades a otras latitudes como Africa por ejemplo.
Mientras más tiempo el sector privado se demore en invertir en una flota, las posibilidades de no encontrar tripulaciones experimentadas aumentan.
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