El mayor fallo de la gestión es que ni los pescadores ni los gestores poseen los conocimientos necesarios para dirigir algo tan complejo como un ecosistema marino costero. El derecho a pescar no se debería basar en si uno dispone del dinero suficiente para comprarse un barco, sino en los conocimientos y la voluntad de trabajar en colaboración con los gestores y los científicos para hacer que la pesca sea sostenible. El derecho a pescar se debería ganar o perder según la voluntad de aceptar unos límites razonables a las capturas.

Paul Greenberg

25 de junio de 2012

El resultado de Rio + 20

Rio+20, único paso positivo la importancia que se le ha dado por primera vez a los océanos
El documento final no implica ningún avance sólido, sino meras y débiles declaraciones de intenciones, en la mayoría de los casos reiterando objetivos ya existentes en otros textos.

Enviado por: ECOticias.com / Red / Agencias, 25/06/2012, 16:55 h   
Oceana valora la relevancia que por primera vez se ha dado a los océanos en la Cumbre de Rio +20. Sin embargo, la organización internacional de conservación marina considera la declaración final como una débil declaración de intenciones, sin ningún compromiso legalmente vinculante que responda de manera inmediata a las necesidades urgentes de conservación y gestión de los océanos del mundo. Rio +20 concluye sin ningún avance real hacia un futuro sostenible.

“El documento final no implica ningún avance sólido, sino meras y débiles declaraciones de intenciones, en la mayoría de los casos reiterando objetivos ya existentes en otros textos. En aras del consenso se han sacrificado los compromisos que con tanta urgencia se necesitan para restablecer la salud de nuestros océanos”, afirma Xavier Pastor, Director Ejecutivo de Oceana Europa. “Basta un poco de perspectiva histórica para ver que este texto final de Rio +20 y nada son lo mismo”.

La Cumbre se ha celebrado 30 años después de la adopción de UNCLOS (Ley del Mar), 20 después de la Cumbre de la Tierra y 10 después de la Cumbre de Johannesburgo sobre el Desarrollo Sostenible. La aportación del texto final ha sido subrayar la importancia de los océanos dentro del desarrollo sostenible, si bien se ciñe a refrendar los acuerdos alcanzados entonces.

“Lo único relevante de la Cumbre ha sido la importancia que por primera vez se ha concedido a los océanos”, explica Ricardo Aguilar, Director de Investigación de Oceana Europa. “No hay avances reales en creación de áreas marinas protegidas, donde solo se reiteran compromisos pasados, ni en la protección de los hábitats de alta mar, y el texto referente a la recuperación de los stocks pesqueros ya se acordó hace una década”.

Rio +20 pide a los Estados que se comprometan con carácter urgente a alcanzar el Rendimiento Máximo Sostenible en 2015 en los términos definidos en Johannesburgo ya en 2002, es decir, que recuperen los stocks pesqueros agotados hasta el nivel que permita generar las mayores capturas posibles de forma indefinida en el tiempo. Además, hace un llamamiento a la adopción de planes de gestión según los datos científicos, incluyendo la reducción o suspensión de las capturas.

La Cumbre también ha recordado el compromiso establecido en el Convenio para la Diversidad Biológica de proteger un 10% de los ecosistemas costeros y marinos, cuyo cumplimiento ya tuvo que retrasarse de 2012 a 2020 por el retraso de los países.
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El futuro que queremos no se ha escrito en Rio+20

 Además, los gobiernos han intentado vendernos los resultados de esta cumbre como un éxito. Por eso la sociedad civil ha bautizado esta cumbre que finaliza como Greenwashing+20.

 Enviado por: Miguel Ángel Soto (@NanquiSoto), responsable de campañas de Biodiversidad de Greenpeace, 25/06/2012, 16:26 h

 El cambio que necesitábamos en la cumbre de Río +20 no se ha producido. El texto de la declaración final refleja el fracaso rotundo de los gobiernos. Río+20 tendría que haber sido la cumbre de la revolución energética basada en energías renovables y la eficiencia, del Plan de Rescate de los Océanos, de la deforestación cero, de la soberanía alimentaria y el agua para todos. En su lugar, el texto de la cumbre está vacío, ningún paso adelante, no hay objetivos,...sólo palabras huecas.

 Además, los gobiernos han intentado vendernos los resultados de esta cumbre como un éxito. Por eso la sociedad civil ha bautizado esta cumbre que finaliza como Greenwashing+20.

 Han pasado 20 años, pero ahora nos damos cuenta del paso de gigante que supuso la Cumbre de la Tierra de 1992.  Si miramos atrás, había mucha más economía verde en la Agenda 21 aprobada en 1992 que en la declaración de Río+20. El término Desarrollo Sostenible unificó los discursos de medio ambiente y desarrollo. Nosotros, Greenpeace, tenemos el honor de estar trabajando con este legado, aunando en nuestras campañas los fuertes vínculos entre la protección del medio ambiente, la pervivencia de las poblaciones que viven de los recursos, la erradicación de la pobreza y la justicia social.

 Los gobiernos, sin embargo, han tirado esta herencia por la borda. La declaración final dice, literalmente, que han "tomado nota" de los problemas del planeta, pero no dice que van a hacer para resolverlos. En este momento de crisis global, lo que hacía falta eran líderes que supieran entender los desafíos. Esta cumbre no era el momento de debatir sobre "desarrollo sostenible" o "economía verde".

 Lo que llena de contenido una cumbre son los planes, las decisiones, las medidas, los compromisos y los fondos económicos necesarios para poner fin a las prácticas insostenibles, a la ley del salvaje oeste en las aguas internacionales y a los subsidios a los combustibles fósiles. Una economía basada en la energía nuclear, petróleo y carbón, la ingeniería genética, los productos químicos tóxicos o la sobreexplotación de nuestros bosques y mares no es sostenible o verde. Hoy, a diferencia de hace 20 años, muchas soluciones para estos problemas están probadas, son económicamente viables y se pueden aplicar a gran escala. Hace 20 años, los que pedían energías renovables eran calificados como utópicos. Hoy en día, los utópicos (en el sentido de irrealizable) son los que piensan que se puede seguir con las mismas recetas, con un crecimiento desbocado y depredador de los recursos y las materias primas.

 Tras el fracaso de Río +20 seguiremos luchando y ya nos esperan nuevas oleadas de movilización pública para salvar el Ártico, de alianzas con los movimientos sociales, de colaboración con el sector empresarial en la búsqueda de soluciones inteligentes e innovadoras o de apoyo a los sectores pesqueros y agrícolas que viven y producen alimentos respetando la naturaleza.

El futuro que queremos lo estamos escribiendo, pero los gobiernos no han querido pararse a leerlo.

 Miguel Ángel Soto (@NanquiSoto), responsable de campañas de Biodiversidad de Greenpeace