El mayor fallo de la gestión es que ni los pescadores ni los gestores poseen los conocimientos necesarios para dirigir algo tan complejo como un ecosistema marino costero. El derecho a pescar no se debería basar en si uno dispone del dinero suficiente para comprarse un barco, sino en los conocimientos y la voluntad de trabajar en colaboración con los gestores y los científicos para hacer que la pesca sea sostenible. El derecho a pescar se debería ganar o perder según la voluntad de aceptar unos límites razonables a las capturas.
Paul Greenberg
14 de junio de 2014
Objetivo de la administración pesquera
Un ecosistema en
equilibrio con actividad pesquera debe ser el objetivo principal de la
Administración Pesquera, que autoriza la extracción racional de una porción de
biomasa de cada nivel trófico, privilegiando la cautela de ciertas especies y
el sacrificio de otras en beneficio del hombre.
Las evidencias
hacen presumir que el manejo de la extracción pesquera no garantiza la
sostenibilidad de un sinnúmero de recursos importantes para la sociedad y para
el equilibrio del ecosistema. El impacto sobre los recursos marinos y costeros
se hace cada vez más evidente, pudiendo exceder
la capacidad de carga de los mismos.
Antes de
introducirse mayor esfuerzo pesquero al sistema, la autoridad científica debe tener
el conocimiento técnico necesario para la formulación de políticas, la toma de
decisiones y la elaboración de planes y proyectos, los que deben tener como
principal consideración el manejo sostenible de los recursos y la recuperación
del medio ambiente marino y costero. Es la única forma de desarrollar un método
de gestión que permita armonizar los valores culturales, económicos y
ambientales y equilibrar la protección
ambiental y el desarrollo económico de las zonas costeras.
La promoción de
nuevas pesquerías y/o el aumento del esfuerzo pesquero deben estar
fundamentados en una sólida base de conocimiento derivada del trabajo
científico y riguroso.
La investigación
científica es pieza clave como generador primario de información relevante para
emprender acciones bien sustentadas en torno al manejo adecuado del mar y de
las zonas costeras.
Por lo tanto,
antes de entrar en propuestas promocionales de la pesquería se debe realizar un
estudio que permita determinar cuáles serían las especies objetivo, cuál el
volumen de su biomasa, cuáles serían los períodos de vedas reproductivas, cuál
sería el efecto ecosistémico de su
explotación, para llegar a determinar una tasa anual de captura por especie.
De esta
información se deriva la capacidad de bodega que debería tener una flota con
intención de incursionar en la actividad extractiva, la cuota anual de
extracción, las cuotas individuales a asignar y los períodos de pesca. Solo
entonces podríamos pretender introducir mayor esfuerzo pesquero sobre el
ecosistema marino de Humboldt.
La administración
desconoce el volumen real de la biomasa de todas las especies del ecosistema
marino de Humboldt y del ecosistema fluvial y lacustre. También desconoce el
número exacto de pescadores y embarcaciones artesanales existentes. Si bien es
cierto hace dos años se realizó un censo de la pesca artesanal, no existe a la
fecha publicado el resultado oficial del mismo, ni se sabe a ciencia cierta si
dicha información está siendo debidamente explotada. Careciendo de esta
información no se puede determinar con precisión cuáles serían los límites
máximos de captura por especie, cuándo deben aplicarse vedas biológicas. Por
tanto es imposible asegurar la sustentabilidad de las pesquerías aplicando el
esfuerzo pesquero correcto.
La riqueza infinita
del mar peruano no es más que un mito. Este error de percepción promueve un
irrefrenable incremento del esfuerzo pesquero y confunde además a la opinión
pública haciendo más ardua la labor de regulación.
Los beneficios
económicos del sector pesquero marítimo alcanzan a una fracción mínima de la
población costera involucrada.
El mar peruano fue
muy rico y abundante para la pesca, hoy ya no lo es. Podrá volver a ser
abundante si administramos mejor la pesquería. Las especies se sirven unas de
otras como alimento. Un ecosistema en equilibrio natural es una realidad que
primó desde los orígenes de la evolución de la vida en el planeta hasta el pasado reciente (no más de 80 años atrás) Las
más diversas especies existían en abundancia y en equilibrio regidas bajo la
regla presa-predador.
La demanda del
hombre costero por pescado estaba satisfecha y no irrogaba desequilibrio. Un
ecosistema en desequilibrio por actividad pesquera constituye la realidad
actual. Está provocado por la mecanización y masificación de la captura de
especies marinas y por la deficientemente regulación y la ausencia de difusión
de la realidad pesquera. Ello conduce a desórdenes de orden económico y social,
al empobrecimiento del mar y a la frustración de los actores de la pesquería.
La capacidad
actual para realizar esfuerzo pesquero de extracción del pescador peruano
supera los límites de sostenibilidad.
La capacidad de
dar empleo digno y sostenido en extracción está inexorablemente ligada al
volumen de captura permisible a lo largo del año.
Los volúmenes de
recursos pesqueros naturales no aumentan a la par que crece la población
vinculada a la extracción. Los recursos pesqueros no aumentan en función a la
demanda.
Un subsistema
ecológico es el hábitat marino definido geográficamente que alberga determinado
número de especies que sostienen entre sí una relación presa-predador y que
dependen unas de otras para subsistir. En dicho espacio las especies se
alimenta, reproducen y se refugian para sobrevivir.
En el futuro
deberá preverse las fluctuaciones que se originan en la variabilidad natural de
los recursos marinos, particularmente cuando el recurso entre en una fase
natural de baja abundancia para llevar a cabo una reducción en la intensidad de
la actividad que mantenga una adecuada rentabilidad del sector.
A la vez deberá
tenerse en cuenta que el marco del modelo económico en aplicación en el país,
que estimula la libertad de empresa; así como la necesidad de mejoras
tecnológicas en flota y fabricas que se requieren para mantener una industria
competitiva, pueden inducir a un crecimiento de la capacidad de pesca. Esta
situación se hace compleja cuando se tiene en cuenta las dificultades técnicas
existentes para determinar cuál debe ser la capacidad de extracción y
procesamiento adecuada y para establecer el marco regulador del acceso que
mantenga en situación sostenible, en el largo plazo, a la actividad pesquera.