Como muestra la nota que puede apreciarse en el siguiente link, la efectividad de la OROP del Pacífico Sur en cuanto a la protección de la sostenibilidad de la pota, es cuestionable y censurable.
https://www.seafood.media/fis/worldnews/worldnews.asp?monthyear=&day=2&id=116568&l=s&special=0&ndb=0
Alfonso Miranda denunció que hay 631 embarcaciones
chinas que estarían pescando irregularmente Calamar Gigante en el Pacífico Sur,
perjudicando a Perú, Ecuador y Chile.
Lo que esto nos muestra, es que existen
organizaciones internacionales de mucha presencia mediática y elaboradas
reuniones de discusiones y debates; pero de poca efectividad a la hora de tomar
medidas prácticas, que aunque tampoco son realmente vinculantes, por lo menos
justificarían su existencia.
En términos prácticos y reales, lo que
las flotas pesqueras hagan o dejen de hacer en aguas internacionales, es
imposible de controlar. Las declaraciones y acuerdos de este tipo de
organizaciones carecen de mecanismos de control que permitan obligarlas a dar
cumplimiento a lo que acuerdan. Pero el asunto se agrava cuando ni siquiera se atreven
a acordar medidas de control y apoyo a la sostenibilidad de los recursos
pesqueros, aunque fuesen solo declaraciones líricas, como la pota en este caso.
En consecuencia, la participación de
Perú en esta organización ¿qué sentido tiene? Le genera gastos anuales que se
pagan con los impuestos de todos los peruanos contra resultados pobres o
inexistentes en cuanto a la protección de los recursos pesqueros de interés
para el país.
Mucha diplomacia y política, tan inútil
como el acuerdo de Múnich en 1938, en el cual el primer ministro
británico se reunió con Hitler y otros líderes y firmaron un acuerdo que
eliminaba la amenaza inminente y permitía a Hitler anexar partes de
Checoslovaquia. Dijo que el acuerdo era "simbólico del deseo de nuestros
dos pueblos de nunca más volver a la guerra". Dijo también que prometía
"paz para nuestro tiempo". Este optimismo duró poco, ya que el
Acuerdo de Múnich se rompió en un año y Gran Bretaña entró en guerra por la
invasión nazi de Polonia.
La mejor y probablemente más efectiva
medida que pueda tomar el Perú o cualquier estado ribereño para protegerse de
la voracidad de las flotas pesqueras extranjeras, es la negación total de
cualquier tipo de servicio portuario a estas naves. Ni para avituallamiento, ni
para mantenimiento ni para desembarque o transbordo. Medida que por cierto
sería objetada o criticada por las empresas nacionales que brindan este tipo de
servicios y por una cancillería tradicional. Pero ¿acaso el interés nacional no
es prioritario y superior a las ganancias de unas cuantas empresas, sean
pública o privadas?
Un complemento importante es la decidida
acción de la Marina de Guerra que impida el ingreso de estas naves al dominio
marítimo peruano. Pero tiene que ser efectiva, tal como ocurre en otros países como
Argentina e Indonesia. Un patrullaje tibio y eventual o circunscrito a áreas
específicas es insuficiente.
Se requiere de voluntad y decisión
política para enfrentar con eficacia el reto de asegurar la sostenibilidad de
los recursos pesqueros en beneficio del país, más allá de los intereses de
parte.