El mayor fallo de la gestión es que ni los pescadores ni los gestores poseen los conocimientos necesarios para dirigir algo tan complejo como un ecosistema marino costero. El derecho a pescar no se debería basar en si uno dispone del dinero suficiente para comprarse un barco, sino en los conocimientos y la voluntad de trabajar en colaboración con los gestores y los científicos para hacer que la pesca sea sostenible. El derecho a pescar se debería ganar o perder según la voluntad de aceptar unos límites razonables a las capturas.
Paul Greenberg
24 de noviembre de 2010
La Pesquería del Jurel
Perú no desarrolló la pesquería de jurel en la magnitud que lo hizo Chile a pesar de la gran biomasa disponible en sus aguas jurisdiccionales (evaluaciones sucesivas de IMARPE), debido a la disponibilidad de su principal recurso “anchoveta”, que es un negocio más fácil y rentable que el jurel.
Desde 1995 la pesca de “jurel” se realiza por la pesca artesanal y la una pequeña flota industrial de cerco con sistema de conservación a bordo.
Las capturas de este recurso son insuficientes para satisfacer la gran demanda de este recurso en el mercado interno, lo que ha originado que Perú importe de Chile volúmenes importantes de “jurel”.
La flota cerquera peruana, debido a la lejanía del recurso de la costa en períodos fríos tiene limitaciones para la captura del recurso destinado al CHD lo que genera desembarques pobres o irregulares, creando así las condiciones para la importación de jurel congelado procedente de Chile. El alejamiento del recurso de la costa es una limitación debido a la poca autonomía de la flota cerquera que no tiene capacidad de almacenamiento refrigerado a excepción del sistema RSW. Este no permite más de 4 días de almacenamiento, a diferencia de un barco factoría congelador que puede mantener en bodega a –18 el producto por varios meses.
La ausencia de una flota peruana de arrastre de media agua impide que se garantice la captura eficiente de este recurso que permita el autoabastecimiento nacional, como ocurrió hasta los años 1998 y 1999 en los cuales los barcos arrastreros factoría peruanos Kinca y Canchis soportaron el abastecimiento nacional sin que hubiese necesidad de importaciones.
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