El desconocimiento
del sector pesquero es compartido por la prensa y por la propia sociedad, por tanto ambos resultan indolentes al
problema. Eventualmente, esta ignorancia también es compartida por funcionarios
que son designados sin mayor experiencia ni conocimiento de la problemática
pesquera.
Desde la creación
del Ministerio de la Producción en 2002 se ha tenido en total 26 ministros. Promedio
en 20 años: 1.30. En el mismo período hubo 17 viceministros. Promedio en 20
años: 0.85.
Durante su
existencia, ha habido períodos de gran productividad, impulsados por
funcionarios con experiencia en el sector, con ideas, mística, visión de país y
de futuro, que fueron acompañados por profesionales de experiencia y
conocimiento así como trayectoria en la pesquería. Pero también hubo períodos
oscuros de escasa productividad derivados de la designación de funcionarios sin
cualidades. En algunos casos se ha visto períodos de intriga, pusilanimidad y
sectarismo, sin atisbo alguno de amor a la patria ni vocación de servicio; pero
todos ellos teñidos de ignorancia y desconocimiento del sector. Sin embargo, algunas
veces hubo profesionales con antigüedad en el cargo y experiencia que
balanceaban el desinterés y/o ignorancia de algunos y se equilibraba la
balanza, no idealmente, pero se avanzaba. Poco a poco este nivel de
funcionarios ha ido escaseando cada vez más.
Cuando las eras oscuras
llegan con funcionarios y profesionales sin ninguna de las características
necesarias, sino con intereses personales o de parte, bien sean económicos o de
ego personal, se gesta un futuro sombrío
para el sector, ausente de agenda, de planes e ideas.
Ocupar un cargo
para el cual no se está debidamente preparado obliga a un periodo de
aprendizaje que, dado el corto tiempo que dura la permanencia como muestran las
estadísticas, coloca al funcionario en una inferior posición frente a los que
sí conocen y queda, además, a merced de las partes interesadas del sector, lo
que genera una debilidad en la autoridad. Finalmente el tiempo se acaba, el
designado se va y poco o nada aprendió.
Optar o acceder a
desempeñar una función para lo cual no se está capacitado, constituye un acto
de inmoralidad e indecencia intelectual, tanto de quien designa como de quien
acepta, lo que constituye una ofensa al sector y al país. El sector público
pesquero no puede ser una escuelita de aprendizaje para alumnos que finalmente
no terminan y/o no aprueban el curso, sino un espacio para aplicar políticas y
normas en beneficio de la pesquería nacional.
El verdadero
origen de las dificultades y carencias nacionales se encuentra en la limitación
personal de cada persona, que no ha desarrollado un espíritu de nación, de país
ni de patria. No tienen idea de lo que es patria, ni conocen el sentimiento de
la responsabilidad individual con el colectivo al cual pertenecen y al cual se
deben. Buscan y acceden a cargos públicos con el único objeto de conseguir
riqueza fácil y rápida, con la única intención de satisfacer egos, ambiciones e
intereses personales. En esto no existe ninguna vocación de servicio ni de
ayudar a los demás. Es vanidad, soberbia y ambición, adornadas de un discurso vacío
y falso.
Siendo el
ejercicio del poder el objetivo, la sumisión profunda de los subordinados es un
imperativo. Ello implica priorizar la confianza sobre la capacidad, la lealtad
sobre la técnica, el personalismo sobre la corrección y la ética.
Eventualmente, el miedo a la pérdida del trabajo, que es un medio de conseguir
imponer la autoridad y gobernar por temor, con intriga y autocracia.
Hace años se viene
otorgando el poder sobre la pesca a desconocidos que instauran el favoritismo
hacia amigos y gente de su confianza que solo busca su interés personal. El
sector es lo menos importante, lo que cuenta es la colocación de las personas
afines para proteger una estructura de poder que dure lo más posible. La
repartija de cargos es un vil acto que beneficia al poder de turno sin importar
las necesidades del sector.
Por otro lado
existe un problema colateral que crea un vacío de conocimiento: Funcionarios
antiguos y experimentados van siendo reemplazados poco a poco por nuevos, sin
el mismo nivel de experiencia; no existe una transferencia ordenada y
programada del conocimiento; y los ceses por jubilación, despido, o decisión
política, van dejando un hoyo que poco a poco se va haciendo notar ya que sigue
creciendo.
En este contexto,
¿Se está conformando el equipo humano idóneo para las tareas pendientes, las
que vienen y las del día a día? Por ejemplo, la nueva ley general de pesca en
curso de debate en el Congreso, debe ser reglamentada, así como también debe
formularse la política nacional de pesca y de acuicultura y muchas normas más.
Se está creando un
vacío que, en el corto y mediano plazo, impactará sobre la calidad de las
normas. Las Resoluciones y Decretos que regulan la pesquería tienen una parte
considerativa previa a la parte resolutiva, la cual debe recoger los
antecedentes y el contexto general en el cual se va a emitir el contenido
resolutivo. En algunos casos se requiere de una exposición de motivos. Ello implica
un trabajo de equipo y requiere de profesionales con memoria y conocimiento de
lo que van a resolver a fin de asegurar la calidad regulatoria de la norma y
que no sea observada por la Asesoría Jurídica, lo que conlleva pérdida de
tiempo.
De alguna manera
esta situación justifica la contratación de consultorías externas, ya que no
hay capacidad de elaborar algunas cosas con personal propio. El asunto es que puede
haber consultorías necesarias en temas específicos que requieren de expertos en
la materia; pero también pueden convertirse en un buen negocio para
determinados personajes afines a funcionarios de turno con poder para contratar.
Sería interesante
que tanto el Ministerio como sus OPDs publiquen en forma transparente cuánto
dinero se ha gastado en consultorías en los últimos cinco años por lo menos,
quiénes han sido los consultores, qué documentos se han entregado y sobre qué
temas. Más interesante aún, ¿qué efecto práctico han tenido los informes y/o
documentos entregados?
En algún momento
será necesaria la reconstrucción de la institucionalidad. La recuperación del
tiempo perdido deberá ser, en su momento, una prioridad no solo en el
Ministerio sino también en sus OPDs.
Pero el día de hoy…
¿a quién le importa? Lo que importa hoy en día es la ambición por el poder y la
ganancia personal, no el futuro de la patria.
Gonzales Prada nos
recuerda el lugar donde estamos en su siempre vigente prosa:
“Niños, sed hombres, madrugad a la vida, porque ninguna
generación recibió herencia más triste, porque ninguna tuvo deberes más
sagrados que cumplir, errores más graves que remediar ni venganzas más justas
que satisfacer. (…) Vuestros antepasados bebieron el vino generoso y dejaron
las heces. (…) Todos fuimos ignorantes y siervos; y no vencimos ni podíamos
vencer. (…) El Perú es montaña coronada por un cementerio.
Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz.
El Perú gime bajo la dominación de unos cuantos seres
privilegiados. (…) En nuestro régimen político, la legalidad y la justicia
figuran como breves interregnos. (…) El robo presenta los caracteres de una
pandemia nacional (…). (…) Aquí no vivimos como hermanos, (…) sino
disputándonos un rayo de sol, como gitanos en feria: tratando de engañarnos
sórdidamente, (…) odiándonos interiormente con el rencor implacable de
oprimidos y opresores. El pueblo (…) permanece en la más estólida indiferencia.
Gobierne quien gobernare, nada le importa; (…) todo lo sufre, todo lo acepta.
El Perú, (…) puede sufrir los ultrajes de un bandolero, de un imbécil, de un
loco y hasta de un orangután. (…) Nuestra columna vertebral tiende a
inclinarse. (…) Y si hay hambre y miseria en unos mientras hay hartazgo y
riqueza en otros, es porque el hambriento y el miserable, en lugar de rebelarse
y combatir, se resignan cristianamente a sufrir su desventurada suerte. (…)
A Lima debe mirársela como el gran foco de las
prostituciones políticas y de las mojigangas religiosas, como el inmenso
pantano que inficiona el ambiente de la República. (…) lo que en Lima hacen ahora
es comer (…) Ese banquetear de Lima (digamos de una fracción limeña) contrasta
con la miseria general del país, da la falsa nota de regocijo en el doloroso
concierto del Perú, es un escarnio sangriento a los millares de infelices que
tienen por único alimento un puñado de cancha y unas hojas de coca.
Los que en el Perú marchan en línea recta se ven al cabo
solos, escarnecidos, crucificados. (…) Nadie ataca un privilegio ni ridiculiza
una superstición sin que mil voces le maldigan ni mil brazos le amenacen. (…)”
Fuente:
Y Basadre nos
recuerda lo que somos
“El país no marcha en una dirección ya fijada sino oscila entre
la dictadura y la anarquía, entre la atonía y el estallido. A pesar de las
enseñanzas profundas del pasado seguimos con la femenina entrega al caudillaje.
Rondando está la amenaza de una resurrección del peor tipo de caudillaje
militar que si antaño sirvió de única oportunidad para romper con la infer-estructura
colonial en la vida del país, llevando a indios y a mestizos al poder y los
honores y desplazando a la oligarquía, hoy resulta utilizado por ella para
apuntalar sus privilegios en peligro. El separatismo, el indigenismo puro y anti
civilizado, el anti limeñismo envidioso, el limeñismo pedante y ensimismado,
todo lo que hay de aldeano y de lugareño aquí, envenenan más nuestra vida
estrecha. Las minorías intelectuales han sido en gran parte orgullosas y egoístas
y las masas no las han respetado ni seguido.
Agrégase a ello el "complejo de inferioridad", tan
distinto por ejemplo a la vanidad argentina o al orgullo chileno,
"complejo" que lleva al ausentismo de muchos, mal endémico cuyo
exponente es la frase "Este es un país imposible".
JORGE BASADRE
Perú: Problema y Posibilidad