El mayor fallo de la gestión es que ni los pescadores ni los gestores poseen los conocimientos necesarios para dirigir algo tan complejo como un ecosistema marino costero. El derecho a pescar no se debería basar en si uno dispone del dinero suficiente para comprarse un barco, sino en los conocimientos y la voluntad de trabajar en colaboración con los gestores y los científicos para hacer que la pesca sea sostenible. El derecho a pescar se debería ganar o perder según la voluntad de aceptar unos límites razonables a las capturas.
Paul Greenberg
30 de abril de 2013
OLLANTA HUMALA NO ESTABA MUERTO
Escribe César Hildebrandt
Como la derecha peruana
estaba convencida de haber comprado a Ollanta Humala, ahora le salta a la
yugular por algunas muestras de autonomía.
Por ejemplo, está el asunto
de Venezuela.
La derecha peruana, que no
protestó por el caso de Lugo, en Paraguay, o el de Zelaya, en Honduras, está
preocupadísima por el estado de la democracia venezolana.
El problema es que Henrique
Capriles es gobernador reelecto del estado de Miranda gracias a una elección
controlada por la misma Comisión Nacional Electoral hoy acusada de
impresentable.
Y el problema es que ningún
observador internacional, incluyendo en la lista al Centro Cárter, ha formulado
tacha alguna en contra del proceso que llevó a Nicolás Maduro, con las justas,
a la presidencia.
La derecha peruana es
chusca, golpista y sucia y creía que UNASUR debía impedir el mandato de Maduro.
Pero UNASUR no podía darles
ese gusto porque no está entre sus funciones vetar una elección que no ha sido
cuestionada por los observadores internacionales. Lo que ha hecho UNASUR es
recomendar a Maduro que se efectúe el recuento de votos prometido y que se
abran las puertas del diálogo en esa Venezuela con presentimientos de guerra
civil.
Hay que ser muy bruto para
no entender eso.
Y hay que ser muy cínico
para que la prensa peruana, escrita y televisada, que avaló la dictadura
putrefacta de Fujimori y su concentración de poder sostenga que hoy en
Venezuela hay un monopolio de los medios y una práctica dictadura castrista.
Curioso castrismo este que casi a punto estuvo de tolerar el triunfo del
ferozmente opositor Henrique Capriles y que hoy asiste a un proceso inexorable
de decadencia del PSUV y de fraccionamiento de sus filas.
La derecha no tiene patria ni doctrinas ni
principios. Sólo la excita el dinero, sólo la entusiasma la codicia, sólo le
teme a la libertad
Para la derecha peruana el
problema no es la democracia. Es quién corta el jamón. Si mañana fuera
necesario dar un golpe de Estado sanguinario para reprimir a los opositores a
la gran minería y a los que se niegan a obedecer el pensamiento único que todos
los días expectoran los locutores de RPP, la derecha aplaudiría con el mismo
fervor con que aplaudieron a Sánchez Cerro (creación heroica) y a Velasco
(cuando creyeron que podían manejarlo).
La derecha no tiene patria
ni doctrinas ni principios. Sólo la excita el dinero, sólo la entusiasma la
codicia, sólo le teme a la libertad. Por eso quiere que todo sea inmóvil,
fósil, eterno. Es una derecha eclesiástica que aspira a la inmortalidad de sus
privilegios.
Y entre ellos está el de
decretar qué cosa es buena o qué cosa es mala. Es como el evangelio según San
Luis (el agua embotellada). Como el papel de los hechiceros en las tribus primordiales.
Nada que se salga de su
monótono libreto es válido.
¿Maduro presidente aun después
de muerto Chávez?
Inaceptable.
¿Argentina en manos de una
mujer insumisa que se enfrentó con éxito al FMI y que pelea con una prensa
mafiosa plagada de intereses?
Impresentable.
¿Bolivia reclamando lo que
le fue arrebatado en una guerra procaz?
Deleznable.
¿Petroperú queriendo comprar
51% de las acciones de Repsol? Imperdonable.
¿Humala hablando de un Estado
medianamente presente? ¡Velasquismo trasnochado! ¿Y cuando el Estado de Obama
imprime trillones de billetes para salvar a la banca grande que estafó a los
chicos? Ejemplar.
¿Y cuando Europa ajusta a
los ciudadanos después de salvar a los bancos desregulados?
Maravilloso.
¿Y cuando la empresa
estatal Entel Chile compra a Nextel en el Perú?
¡Gran noticia!
¿Y cuando la estatal
noruega Cermaq compra a la privada peruana Copeinca? ¡Globalización!
Qué divina es la derecha peruana.
Está convencida de que los peruanos somos débiles mentales que se aborregarán
ante sus gritos, amenazas, editoriales y columnas escritas por quienes antes
firmaban contratos con las Cepris de Fujimori.
Y, en el caso de Repsol,
sólo chillan ideológicamente porque Petroperú tiene la intención —ya
confirmada— de comprar el 51% de sus acciones pero omiten señalar que buena
parte del paquete accionario de esa empresa española ya está en manos de las
AFP que operan en el Perú.
¿Alguna privada está
dispuesta a invertir ese dinero?
Que lo digan Dionisio
Romero júnior y sus socios chilenos, dueños ya de Primax y que, con la compra
de la cadena de Repsol, serían los amos del mercado. ¿O no es eso lo que está
en juego?
Repsol fue expropiada en Argentina
por no hacer nuevas inversiones y por haber estado bombeando utilidades
extremas a su casa matriz madrileña.
Aquí, el último año, vendió
combustible por un valor de 4.600 millones de dólares y apenas ha tenido unos
30 millones de utilidad. ¿O es que en el Perú ha repetido la faena bombeadora
de Buenos Aires?
Petroperú debe tener
cuidado con sus próximos pasos no por la prédica de la derecha sino porque
Repsol no es ninguna pera en dulce.
Pero, claro, este tipo de
información no le interesa a la gran prensa peruana (y a su hija retardada, la
televisión). Lo único que importa es que nadie se salga del libreto. Ni con
Repsol ni con Venezuela ni con ningún otro tema.
Que Humala se entere de una
vez: con la derecha peruana no hay tratos equitativos. Ella sólo reconoce
iguales (entre los suyos) o subordinados. Y usted, señor presidente, era hasta
hace unas horas un obediente subordinado.
Ya no lo es tanto.
Y esa es una gran noticia.
No se retracte. No se chupe. No se asuste. La derecha es, al fin y al cabo, un
tigre de papel periódico.
Que usted recupere algo de
su identidad es sólo una mala noticia para quienes lo han visto como el
mayordomo (siempre culpable) de una novela mala de Agatha Christie.
Hildebrandt en sus Trece,
26-04-2013