El mayor fallo de la gestión es que ni los pescadores ni los gestores poseen los conocimientos necesarios para dirigir algo tan complejo como un ecosistema marino costero. El derecho a pescar no se debería basar en si uno dispone del dinero suficiente para comprarse un barco, sino en los conocimientos y la voluntad de trabajar en colaboración con los gestores y los científicos para hacer que la pesca sea sostenible. El derecho a pescar se debería ganar o perder según la voluntad de aceptar unos límites razonables a las capturas.
Paul Greenberg
30 de enero de 2015
HACIA UN MANEJO ECOSISTÉMICO DE LA PESQUERÍA PERUANA DE ANCHOVETA
Análisis del marco legal y administrativo para reformar el
manejo de la pesquería peruana de anchoveta.
Alcanzar el manejo ecosistémico de la pesquería peruana de
anchoveta es crucial para restaurar y mantener la salud del ecosistema de la
Corriente de Humboldt, y brindar un modelo que incorpore las necesidades de los
ecosistemas en el manejo de otras grandes pesquerías. La pesquería peruana de
anchoveta, es la mayor pesquería de una única especie en el mundo y está
dirigida a la especie de forraje ecológicamente más importante en la Corriente
de Humboldt - la mayoría de los depredadores marinos en este ecosistema
dependen en cierta medida de la anchoveta -. Entre 1955 y 2010 se ha reportado
la captura de más de 270 millones de toneladas métricas (TM) de anchoveta, lo
que representa aproximadamente el 10% de todos los peces capturados a nivel
mundial.
Tres flotas distintas extraen anchoveta en el Perú: (1) la
flota “de mayor escala” o “industrial” que incluye las embarcaciones con una
capacidad de bodega superior a 32.6 metros cúbicos; (2) la flota de “menor
escala” que incluye las embarcaciones con una capacidad entre 10 y 32.6 metros
cúbicos y; (3) la flota “artesanal” que incluye embarcaciones con una capacidad
menor a los 10 metros cúbicos. Estas flotas operan en diferentes zonas del mar
peruano (ver figura 1). La normativa requiere que las embarcaciones “de mayor
escala” destinen sus capturas de anchoveta exclusivamente para el consumo
humano “indirecto” (es decir, para producir harina y/o aceite de pescado),
mientras que las flotas “artesanal” y de “menor escala” deben destinar su pesca
exclusivamente para el consumo humano “directo”. Sin embargo, en la práctica,
es un problema recurrente que embarcaciones de menor escala y artesanales
vendan sus capturas a empresas productoras de harina de pescado.
La población de la anchoveta ha experimentado varios períodos
de “auge y caída” en el último medio siglo, con graves repercusiones económicas
y ecológicas. A pesar de que su población parece estable actualmente -aunque a
niveles más bajos que los registrados antes de la pesca industrial- algunas
especies que dependen de la anchoveta se mantienen significativamente
reducidas. Desde el punto de vista económico, la caída en las poblaciones de
anchoveta puede provocar un efecto dominó que afectaría desde titulares de
embarcaciones pesqueras y plantas de procesamiento hasta propietarios de
restaurantes, distribuidores de harina de pescado, empresas de turismo, entre
otros.
Perú carece de un régimen de manejo integrado que asegure la
salud de la población de anchoveta y de los innumerables depredadores marinos
que dependen de ella.
Bajo los esquemas de manejo actuales, es frecuente que
consideraciones políticas prevalezcan frente a la información científica,
fijándose cuotas globales de captura más altas de lo recomendable según las
evaluaciones biológicas o las necesidades del ecosistema. Lo anterior,
combinado con la falta de regulación del esfuerzo pesquero de todas las flotas
pesqueras, así como inadecuados sistemas de supervisión y fiscalización, genera
incertidumbre respecto a la situación de la anchoveta y el verdadero esfuerzo
pesquero que se ejerce sobre ella.
Debido a la importancia económica y ecológica de este
recurso, es fundamental asegurar su sostenibilidad, para lo cual se requiere un
manejo pesquero con enfoque ecosistémico. Este documento presenta las
recomendaciones para mejorar el marco legal e institucional que regula la pesca
de anchoveta en Perú y lograr implementar este tipo de manejo. Para esto, se
identifican cinco retos que deben ser abordados de manera prioritaria:
El documento completo puede leerse en el siguiente link:
23 de enero de 2015
La crisis de la anchoveta y la actitud del gobierno
La drástica
reducción o colapso de anchoveta en el mar peruano, se debe a la sobre pesca,
la pesca negra, la pesca de juveniles por ampliación de temporada, la falta de
ordenamiento, la corrupción existente y adicionalmente, la falta de
conocimiento, inducida por los aspectos fenomenológicos de nuestro mar, las
faenas de pesca ilegal de flotas extranjeras, la impunidad en servicios de
atraque y mantenimiento de estas naves, hechos que significan una peligrosa
“bomba de tiempo” social, económica y política para el futuro de la pesca
nacional.
Los
invito a leer el artículo de Antonio Ramírez: "ANCHOVETA: CRISIS, ULTRAMAR Y SILENCIO DEL GOBIERNO” en la edición de
enero de la Revista Pesca
15 de enero de 2015
El clima y el sistema económico
COP
20, 21: ¿CAMBIAMOS EL CLIMA O EL SISTEMA ECONÓMICO?
La
institucionalidad ambiental nacional es muy débil y centralista, y el gobierno
nacionalista no logra avances consistentes en el tema al estar más preocupado
por revertir la desaceleración económica y supeditado a los poderes fácticos y
la tecnocracia neoliberal del Ministerio de Economía y Finanzas, que
desde su enfoque reduccionista de la economía viene influyendo en el ejecutivo
con una serie de medidas reactivadoras, a costo del debilitamiento y
subordinación del rol del MINAM y sus organismos competentes como la OEFA.
Los invito a leer el artículo “COP 20, 21: ¿CAMBIAMOS EL CLIMA
O EL SISTEMA ECONÓMICO?” en la edición de enero de la Revista Pesca
10 de enero de 2015
El proceso de gobernar
MÁS
IMPORTANTE QUE EL GOBERNANTE ES SU PROCESO DE GOBERNAR
La Falta de
capacidad de eficacia gubernativa, se ha desplazado hoy del Gobernante
hacia el proceso de Gobernar. El problema no es ya la legitimidad
política del gobernante sino del rendimiento social del gobernante
,su actitud para resolver problemas sociales de interés general y crear futuros
de valías para la convivencia y supervivencia en los
escenarios de Gobierno ..Más importante que el gobernante es su proceso
de Gobernar.
Los invito a leer el artículo MÁS IMPORTANTE QUE EL GOBERNANTE
ES SU PROCESO DE GOBERNAR” en la edición de enero de la Revista Pesca
4 de enero de 2015
Para generar el cambio a través de la protesta en Perú
NOTA DE PESCA
La sostenibilidad de las pesquerías y la
reducción del impacto ambiental que genera la industria pesquera no tienen una
intervención estatal adecuada que se derive de una fuerte voluntad política por
regular debidamente la extracción de recursos pesqueros.
El iberalismo que impone al Estado no
intervenir en los procesos del mercado es discutible cuando se trata de la
protección de recursos naturales y el medio ambiente.
Ante la ausencia de decisión y voluntad
política, es necesario que la ciudadanía se movilice también. Una actitud
pasiva y contemplativa por parte de la juventud y el ciudadano común no
constituyen los ingredientes de una receta que lleve al país al cambio que
requiere en materia medioambiental y pesquera.
quote
Las olas de protesta pueden transformar a la
política. En Venezuela, las movilizaciones iniciadas por el caracazo (1989)
tumbaron al sistema puntofijista. En
Brasil, las protestas que hicieron caer a Fernando Collor inauguraron un
periodo de gobierno más responsable y efectivo. En Argentina, la movilización de 2001-2002
puso fin a la época menemista. En
Bolivia, las guerras del agua y del gas llevaron a Evo Morales a la
presidencia, y en Chile, la protesta estudiantil de 2011 provocó un importante
giro hacia la izquierda.
El Perú no ha experimentado una ola de
protesta significativa desde hace una generación. La crisis de los 80 desmovilizó a Lima. Los
sectores populares –y ahora la nueva clase media– se despolitizaron. Y como consecuencia, los movimientos de
protesta se redujeron a un puñado de trabajadores movilizados por el CGTP,
algunos militantes de izquierda, y mis amigos caviares.
La despolitización de los sectores populares
urbanos permitió la consolidación de un modelo económico ultra-ortodoxo y el
surgimiento de una forma de gobernar ultra-tecnocrático.
¿Cambia este escenario con las protestas
anti-‘Ley Pulpín’? ¿Se viene una
repolitización de los sectores populares limeños?
Las olas de protesta son casi siempre
imprevisibles. Pero la repolitización de los sectores populares limeños
enfrenta dos problemas: uno de voluntad y otra de capacidad. En cuanto a la voluntad, aunque el sueño
derechista de sectores populares convertidos en liberales no se ha realizado
(según las encuestas, los peruanos no son más liberales que los bolivianos,
brasileños o venezolanos), sus intereses ya no se alinean fácilmente con los
grupos contestatarios tradicionales.
Como observa el politólogo Andy Baker, el comportamiento político del
ciudadano común se basa tanto en su condición de consumidor como en la de
trabajador. Como consumidores, los
sectores populares limeños experimentaron enormes avances en los últimos años:
estabilidad de precios, acceso a más y mejores productos, y un gran aumento en
sus ingresos. Su capacidad de compra
subió vertiginosamente. Eso no los
transformó en PPKausas, pero sí les dio algo que perder. Por eso, aunque no estén muy contentos con el
statu quo, muchos son reacios a participar en movimientos de protesta que
–según temen– podrían amenazarlo.
El amplio rechazo a la “Ley Pulpín” muestra
que los limeños no solo piensan como consumidores. Los derechos laborales también les importan.
Y muchos simpatizaron con las protestas del fin de año.
Pero la repolitización de los sectores
populares limeños también enfrenta un problema de acción colectiva. Participar en un movimiento social requiere
sacrificios que muchos ciudadanos no están dispuestos a hacer, sobre todo si
dudan de la participación de los demás.
La movilización popular es más fácil donde
ya existen fuertes identidades y organizaciones colectivas (partidos,
sindicatos, comunidades indígenas o religiosas). La movilización boliviana se
basó en sindicatos, organizaciones cocaleras, y grupos indígenas. En Lima, este nivel de organización existía
hace 40 años (CGTP, partidos de izquierda, iglesia progresista), pero no hoy
(la identidad partidaria más fuerte en el sector popular limeño hoy es el
fujimorismo). Sin organizaciones o
identidades fuertes, los movimientos sociales son difíciles de construir.
Pero también hay condiciones que favorecen a
la protesta. Una es la ausencia de
alternativas electorales. Según una
investigación de Andrei Roman, un estudiante de doctorado en Harvard, las
protestas masivas surgen cuando los partidos dominantes se convergen y las
alternativas electorales parecen desaparecer. En Venezuela, por ejemplo, mucha
gente optó por la protesta en 1989 porque, ante la crisis económica, la
convergencia entre AD y COPEI los dejó sin alternativas electorales. Ocurrió algo parecido en Bolivia, donde dos
partidos de origen izquierdista, el MNR y el MIR, se adhirieron al modelo
neoliberal. En Argentina, la
derechización de la Alianza contribuyó a la protesta que derrocó a De la Rúa, y
en Chile, muchos estudiantes salieron a las calles en 2011 porque
percibían que los partidos de la
Concertación –en su moderación– habían dejado de representarlos.
El electorado peruano tuvo claras
alternativas en 2006 y 2011: candidatos serios representaban la izquierda
(Humala), el centro (Paniagua, Toledo), y la derecha (Flores, PPK). Pero los principales candidatos para 2016 se
convergen en la derecha. Ninguno
inquieta al Grupo Comercio. Los votantes
radicales y paniaguistas –que llevaron a Humala a la presidencia en 2011–
quedan como huérfanos, sin opciones electorales. Todo puede cambiar, pero si no surge ni un
candidato mal visto por el Grupo Comercio, habría terreno más fértil para la
protesta.
En Lima hay bastante aversión a la
protesta. Se asocia con la violencia y
el caos económico. Pero la protesta es
plenamente compatible con la democracia y el crecimiento económico. Todas las democracias más ricas y exitosas
(Alemania, Estados Unidos, Francia, Reino Unido) han pasado por olas de
protesta.
De hecho, la democracia sufre cuando los
ciudadanos no se movilizan. Donde las instituciones democráticas son débiles,
la protesta ciudadana puede funcionar como mecanismo para la rendición de
cuentas. Si los poderes legislativos y
judiciales no los vigilan, los gobiernos se comportan mal. No cumplen con sus programas. No consultan. Y muchas veces, cometen
abusos. En un contexto así, la protesta
es una de las pocas herramientas que tienen los ciudadanos para controlar al gobierno.
Los que más necesitan la protesta son los
menos privilegiados. El Estado responde
más a los que tienen poder económico.
Cecilia Blume no tiene que salir a la calle (basta con un correo
electrónico). De hecho, las
instituciones estatales que tratan con los grandes empresarios (MEF, BCR)
funcionan mejor que las agencias que ofrecen servicios a la gente más
vulnerable (MINSA, Educación). Como demuestra Eduardo Dargent, cuando el pobre
rendimiento del Estado genera serios costos económicos (por ejemplo, cuando
afecta la inversión o el crédito internacional), los gobiernos buscan mejorar
su calidad. Cuando la baja calidad de los servicios públicos solo afecta a los
pobres, hay menos incentivo para mejorarla.
En estos casos, la protesta –y los costos políticos que genera– pueden
incentivar a los gobiernos no responsivos.
La movilización ciudadana contribuye a
construcción de un Estado más equilibrado: uno que responde a las demandas de
todos –y no solo a los correos electrónicos de Cecilia Blume.
Domingo, 04 de enero de 2015 | 4:30 am
Unquote
Fuente
Suscribirse a:
Entradas (Atom)