El mayor fallo de la gestión es que ni los pescadores ni los gestores poseen los conocimientos necesarios para dirigir algo tan complejo como un ecosistema marino costero. El derecho a pescar no se debería basar en si uno dispone del dinero suficiente para comprarse un barco, sino en los conocimientos y la voluntad de trabajar en colaboración con los gestores y los científicos para hacer que la pesca sea sostenible. El derecho a pescar se debería ganar o perder según la voluntad de aceptar unos límites razonables a las capturas.

Paul Greenberg

29 de abril de 2016

Editorial Revista Pesca mayo 2016

En esta edición se presentan las propuestas de plan de gobierno para el sector pesca que han sido elaboradas por los dos partidos que pasan a la segunda vuelta electoral.

Solo Fuerza Popular tiene una propuesta para el sector, aunque no existe obligación formal ni legal de ejecutarla. Peruanos por el Cambio no menciona la pesca en forma directa. Los interesados en la evolución y desarrollo del sector pesquero, deberán medir debidamente el impacto sobre el sector que tendrá cualquiera de ambos posibles gobiernos en los próximos cinco años, antes de decidir su voto.

El enfoque ciudadano puede dejar a otras organizaciones el análisis y discusión sobre aspectos técnicos y científicos propios de la pesquería. Debe más bien, centrarse en el análisis de su participación en la renta pesquera, considerando que es el propietario del recurso pesquero, el cual está siendo explotado por una pequeña fracción de ciudadanos, los cuales deberían pagar un justiprecio por el derecho y el privilegio de lucrar con un recurso natural que, está siendo gratis en el caso de la pesca artesanal y muy barato en el caso de la pesca industrial. Ningún candidato ha hablado sobre la participación del país en la renta generada por la pesca.

Sin mejorar los ingresos no hay  forma de hacer más investigación y mejora la fiscalización y control, entre otras cosas.

La pesca artesanal no está obligada al pago de derechos de pesca. Pero si bien es cierto una parte de sus desembarques va a los mercados nacionales para consumo interno, lo que podría justificar la exoneración de este pago, también es verdad que otra parte va a las plantas congeladoras y enlatadoras que los exportan. ¿Es correcto, y justo desde el enfoque ciudadano, que se exporten productos como la pota para alimentación de otras poblaciones sin pago de derechos de pesca, gozando del mismo privilegio que los productos que se venden en el mercado nacional para consumo de los peruanos?

Bajo este enfoque también debe analizarse los precios a los que se vende el pescado en el mercado nacional y los volúmenes que se encuentran disponibles para las poblaciones de la costa, de la sierra y de la selva. Siendo propietarios de los peces y siendo una de las pesquerías más grandes del planeta, debemos preguntarnos si la cantidad disponible de pescado alcanza para todos los sectores de la población y si sus precios son asequibles para las mayorías. Un análisis objetivo, debería conducirnos a la búsqueda de alternativas para hacer de la pesquería peruana una actividad más inclusiva y más justa.

¿De cuál de los candidatos a la segunda vuelta se podría esperar algo en relación a hacer la pesca más inclusiva? Las políticas públicas tienen que orientarse al ciudadano y a procurar mejorar su calidad de vida. Siendo así, debemos preguntarnos cuál de ellos considera mejorar la regulación actual en beneficio del ciudadano peruano, antes que servir a los intereses tradicionales y siempre ganadores.

La hipótesis más probable, es que una vez pasada la efervescencia electoral y las nuevas autoridades se asienten en sus lugares, todo volverá a ser más de lo mismo en la pesca. Bajo el poder del lobby e influencia de la gran industria a través de sus  operadores políticos de siempre y los nuevos, nada presume que vaya a ser diferente. Los pescadores artesanales, demasiado atomizados como para presentar un frente apropiado que los ponga de igual a igual en una mesa con el Estado y la Industria, continuarán igual como hasta ahora.

Quienquiera que gane las elecciones, no evidencia nada innovador para la pesca artesanal y el consumo de pescado para el mercado interno.

Marcos Kisner Bueno

La revista Pesca es un medio de información alternativo referido a temas del mar y de la pesquería.

Difunde información, ideas y  corrientes de opinión que tienen por objeto crear conciencia de la necesidad de hacer sostenible la extracción de los recursos marinos, de seguridad alimentaria y  del cuidado del medio ambiente. Pero sobre todo, contribuir con información para que el lector empiece a formarse una opinión propia sobre la problemática pesquera.

Los invito cordialmente a leer la edición de la Revista Pesca correspondiente a MAYO 2016 y a compartirla dentro de sus círculos y redes sociales.
http://issuu.com/revistapesca/docs/revista_pesca_mayo_2016/1

6 de abril de 2016

La hora de la verdad

Carmen McEvoy, Historiadora

“Más allá del crecimiento económico, lo que nos hace falta es un proyecto nacional para llegar unidos al bicentenario.
Se “acerca ya la hora” en que “la nación pronuncie la última palabra sobre su futuro destino”. Así, Manuel Pardo se dirigió a los fideicomisarios de la República. A ellos les aseguró que nadie tenía el derecho de influir en sus conciencias al momento de emitir sus votos.

En las postrimerías de una campaña electoral marcada por el fraude y la violencia, el candidato Pardo enarboló el ideal primigenio de la República. En ese contexto, el futuro presidente subrayó que del cumplimiento del deber de cada ciudadano dependía “la genuina y legítima expresión del pensamiento y la voluntad nacional”.

La intensa campaña electoral, que llevó a Pardo a la presidencia del Perú (1872-1876), culminó con el asesinato del coronel José Balta: el último de una saga de mandatarios militares encumbrados a golpe de espada y guano de las islas. Al magnicidio, ocurrido en medio de un proceso electoral plagado de irregularidades, le sucedió la ejecución popular de los responsables del hecho: el ministro de Guerra, Tomás Gutiérrez, y dos de sus hermanos.

Los coroneles Gutiérrez formaban la guardia pretoriana de un sistema prebendario y corrupto que se negaba a desaparecer. Esto explica la polarización de unas elecciones sembradas de trampas legales y en las que los recursos del Estado estuvieron al servicio de dos candidaturas: la del general José Rufino Echenique primero y la del abogado Antonio Arenas después.

Pese a todos los ataques a su persona y a sus partidarios –algunos encarcelados y azotados por los prefectos baltistas–, Pardo recordó que existía un momento supremo al final de toda campaña electoral. Se refería al acto silencioso en el que un individuo, a solas con su conciencia, decidía su “futuro destino” por encima del laberinto de pasiones que acompaña a toda lucha por el poder.
La legitimidad residía, en consecuencia, en ese acto final mediante el cual un abstracto llamado nación expresaba su mandato a través de un cúmulo de voluntades individuales y dispersas. En esa suerte de alquimia política, miles de voluntades convergían en una capaz de elegir a la representación nacional.

En estos días de tachas dominicales, periodistas sicarios, curas decimonónicos, flores que no llegan y chicharrones que se rechazan, he vuelto a leer los discursos de Pardo. Pronunciados en la campaña electoral más disputada del siglo XIX, sus palabras sabias son una brújula capaz de guiarlo a través de la densa niebla que cubrió su senda a la Casa de Pizarro (quien –como él– cayó asesinado por sus adversarios). Porque conseguir el poder en el Perú no es tarea fácil, y mucho menos mantenerlo con decencia y dignidad.

Por ello, mi reflexión en torno a las elecciones que se avecinan tiene que ver con un peruano o una peruana capaz de ayudarnos a transitar el camino minado de la posguerra. Alguien que dignifique la Presidencia de la República, nos devuelva la ilusión y la esperanza, no gobierne para sus parciales y tenga la altura de miras para iniciar un proceso de reconciliación nacional, tal como lo hizo Ramón Castilla tras una década de guerra civil.

Porque más allá del crecimiento económico, la inclusión social, la lucha contra la corrupción y la delincuencia, lo que nos hace falta es un proyecto nacional para llegar unidos al bicentenario de ese momento entrañable en el cual el Perú se convirtió en una República libre y soberana”

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