El mayor fallo de la gestión es que ni los pescadores ni los gestores poseen los conocimientos necesarios para dirigir algo tan complejo como un ecosistema marino costero. El derecho a pescar no se debería basar en si uno dispone del dinero suficiente para comprarse un barco, sino en los conocimientos y la voluntad de trabajar en colaboración con los gestores y los científicos para hacer que la pesca sea sostenible. El derecho a pescar se debería ganar o perder según la voluntad de aceptar unos límites razonables a las capturas.

Paul Greenberg

22 de marzo de 2013

Mujeres pescadoras y el último búfalo de las praderas marinas

 Enviado por Jessica Alfaro Álvarez


Publicado: 10 .07 .2012

En estos días se discute en el Congreso la “sociedad a la parte”, el antiguo sistema de retribución laboral usado por los pescadores artesanales desde hace cientos de años. Parece un detalle dentro de los conflictos que ha desatado la propuesta gubernamental de extender durante otros 25 años la vigencia de la Ley de Pesca, que fija límites máximos de captura por armador. Recuerdo lo que ocurrió en 2001, cuando el entonces presidente Ricardo Lagos inició la privatización del mar. Vuelven a mis ojos las imágenes de las marchas, reuniones, asambleas y discusiones para defender lo que desde la Red Nacional de Mujeres de la Pesca llamábamos “patrimonio pesquero artesanal”. Entonces la actividad pesquera, sus recursos y funciones en la soberanía alimentaria no fueron considerados por el Gobierno y los empresarios. Al Estado le interesaba sobre todo instalar un régimen de propiedad que asegurara la rentabilidad del negocio a los ricos industriales pesqueros y permitir la entrada del nuevo socio, la Unión Europea con el que Chile suscribió un Tratado de Libre Comercio.

Daniel Pauly, el máximo experto mundial en pesca, habló de los grandes cardúmenes de jurel viajando por los océanos y dando alimento a millones de seres humanos. “¡El jurel está desapareciendo!”, nos advirtió. Chile, uno de los mayores exportadores mundiales de este recurso, lo ha convertido en harina de pescado para las granjas de animales de los grandes consorcios alimentarios: salmones, vacas, pollos y cerdos. En tanto, el pescado ahumado, esa modesta y barata comida, a menudo envuelta en papel de diario y lista para ingerirla con un trozo de pan, ese manjar de los pobres, ya no está. Ningún otro estudiante trasnochado lo pedirá al vendedor ambulante en las calles del puerto. Tampoco lo comerán las mujeres en los cerros porteños, ni los niños que juegan descalzos tras una pelota hasta la madrugada. El problema es el vacío que deja la extinción de un pez y la peor crisis de sustentabilidad marina que afecta a la humanidad. Años de depredación de las enormes flotas pesqueras de Japón, Rusia, España y otras potencias han generado grandes desiertos marinos plagados de medusas. ¿Queremos que esto suceda también en nuestros fondos marinos?

En Chile, la pesca es uno de los sectores económicos más politizados, que invierte más en lobby y campañas de toda índole y color. Esto se explica, en parte, por las enormes ganancias que han dejado la venta de los recursos pesqueros y la concentración del negocio en manos de 8 holdings y familias del país. Los dueños del mar son los propietarios de casi todo lo que creemos tener. Pagan patentes por cada barco que envían a alta mar, pero estas no superan el 3% de sus utilidades, sobre 1.200 millones de dólares anuales solo en exportaciones. Pagan por pescar, pero no por tener derecho a la propiedad y explotación de recursos que son de todos los chilenos.

La depredación avanza con las flotas que se despliegan como ejércitos por el Pacífico Sur: en las últimas dos décadas las capturas anuales de jurel han caído de 30 millones de toneladas a menos de 3 millones. Organismos técnicos como la Sociedad Chilena de Ciencias del Mar, señalan que la única forma de recuperar este recurso es una veda completa durante 5 años. Un barco grande puede capturar hasta 2.000 toneladas de cualquier tipo de pescado en un solo viaje. No hay selección de tamaño o de especie, pues todos son atrapados en las redes de arrastre que emplean: junto a los jureles, anchovetas y sardinas caen también sierras, reinetas, tortugas, aves marinas y delfines. Mientras los españoles consumen en promedio 37 kilos de pescado al año, los chilenos, con más de 4.000 kilómetros de costa nos alimentamos cada vez peor, solo 7 kilos de proteína de la mejor calidad al año. Mientras los países desarrollados subvencionan a sus flotas artesanales, en Chile las aniquilan.

Me pregunto qué pasará con Sandra, la encarnadora de caleta Membrillo que bajaba a su hija en un canasto cuando iba a trabajar. Me pregunto por Griselda, dedicada a mejorar las condiciones de trabajo de sus compañeras en la caleta Puertecito. Y sobre todo me pregunto por los cientos de mujeres que encarnaban en sus casas, las miles de señoras reunidas en coro alrededor de los espineles, a los que se dedicaban tras dejar la comida hecha y los niños listos para partir a las escuelas. Tantas mujeres en tantos cerros como existen en Valparaíso, San Antonio, Coquimbo y Talcahuano. ¿Alguien se ha preguntado cómo ha afectado a las encarnadoras la Ley de Pesca que el Gobierno quiere prorrogar? ¿Ha dicho algo el Servicio Nacional de la Mujer sobre la crisis laboral, familiar e identitaria que afecta a un sinfín de mujeres? ¿Es por su condición de género que sus problemáticas no aparecen ni en la opinión pública ni en las medidas gubernamentales? Ellas, las socias desconocidas de “la sociedad a la parte” han sido las primeras y más perjudicadas en estos 10 años de “modernidad” empresarial.

La merluza ya no vive en los platos de los chilenos del mundo popular. Hasta hace poco viajaba a España o se convertía en harina “por accidente”, mientras el Estado chileno aún no encuentra el rumbo que beneficie a los habitantes de este país. ¿Terminarán las mujeres pescadoras secando y salando los esqueletos desechados por la industria? ¡No, no es una película de terror! Esto ya está pasando, ahora “la pesadilla de Darwin” se cierne sobre todos los océanos. No permitamos que siga sucediendo.

Fuente:

21 de marzo de 2013

Presidente peruano enfrenta a grandes empresas pesqueras


 El presidente peruano, Ollanta Humala, enfrenta hoy a grandes empresas pesqueras, por su decisión de proteger la pesca artesanal para consumo humano y restringir las capturas en gran escala para producción de harina de pescado.

"No depredemos nuestro mar, que el pez grande no se coma al chico", fue la metáfora que usó ayer el mandatario al defender su posición de obligar a las empresas que pescan anchoveta para producir harina de pescado -usada como alimento de aves y ganado- a hacerlo solo desde cinco millas mar afuera.
Argumentó que la pesca artesanal, a la que está reservada esa franja de mar adyacente a la costa, sirve para combatir la desnutrición infantil, al pescar especies, incluida la anchoveta -variedad de anchoa- para consumo humano directo.

"Nosotros defendemos el interés nacional que implica el consumo humano, el consumo directo de la pesca que va al estómago de nuestros hijos", dijo el gobernante, al inaugurar un atracadero para pescadores artesanales en la sureña localidad costera de Paracas.

La posición del jefe de Estado es combatida en una intensa campaña mediática de grandes empresas pesqueras, que alegan que las medidas restrictivas no se justifican y les impiden capturas que terminan migrando al sur empujadas por corrientes marinas hacia Chile.

Tal argumento busca sensibilizar a la opinión pública con el supuesto que la medida gubernamental favorece al vecino país en desmedro de la industria pesquera.

Sin embargo, el exministro de Pesquería Juan Rebaza, un experto en la materia, ridiculizó ese argumento, al señalar que es falso que los cardúmenes de anchoveta sean arrastrados a Chile, pues la corriente marina de Humboldt avanza en sentido contrario, de sur a norte.

Rebaza exhortó a Humala a mantener firme su posición frente a las grandes empresas pesqueras y recordó que varias de estas son investigadas por lavado de activos de oscuro origen, lo que alude a casos en los que embarcaciones pesqueras fueron usadas para operaciones de narcotráfico.

Fuente:



16 de marzo de 2013

El papel del pueblo peruano en el enfrentamiento pesquero


La sociedad peruana asiste en las últimas semanas a un enfrentamiento mediático entre la industria pesquera y el Estado Peruano por diversos motivos que, según unos, dañan los intereses de la industria y según otros dañan los intereses del país.

Retórica, chauvinismo, argumentos técnicos, un lenguaje cursado entre ambos contendientes y una sociedad civil que asiste al espectáculo sin entender mayormente de qué trata, porque cuando de la pesca se habla,  lo único que nos han enseñado durante años es que somos los mejores del mundo porque exportamos mucho y porque somos los primeros productores de harina de pescado en el mundo.

Más allá de eso es poco lo que el pueblo peruano conoce de la pesca y es más poco el interés que le causa. Su principal preocupación es que cada día hay menos pescado en los mercados, que es cada vez más caro y que los precios del ceviche alcanzan precios demasiado elevados, mucho más que unos años atrás.

Tal vez para entender mejor el asunto sería útil que cada ciudadano peruano conozca qué ha ganado con la pesca. Esto puede lograrse mirando cuánto dinero procedente del canon pesquero ha recibido. Puede saberse a través del reparto del canon pesquero hecho a las Municipalidades del Perú en 2012, como muestra.

Cada persona puede ubicar la Municipalidad en la que vive y ver la cantidad de dinero que la pesca le ha generado. Si en la relación no ubica a su Municipalidad es porque por alguna razón el sistema define que no le corresponde, o sea que no todos los peruanos reciben algo del canon pesquero.

Si las cifras repartidas son bajas, es porque la recaudación de impuesto a la renta y por derechos de pesca es baja también.

Por lo tanto, aunque no se entienda las razones del conflicto ni los argumentos de unos y otros, lo que sí podemos entender es cuánto dinero hemos recibido procedente de la industria pesquera.

Debemos tener presente que en los últimos años las exportaciones pesqueras han alcanzo un promedio de 3 mil millones de dólares anuales o sea más o menos 7 mil seiscientos cincuenta millones de soles. El canon repartido a algunas Municipalidades del Perú ha sido de 119 millones seiscientos noventicuatro mil seiscientos cuarentitres mil soles. O sea el 1.56% en el año 2012.


Si se trata de tomar partido por la industria o por el Estado, ¿El pueblo peruano debería apoyar a la industria o a la autoridad?

En la guerra desatada entre el Gobierno y la industria pesquera que llena titulares de prensa y programas de televisión buscando dar a conocer cada quien sus razones, es evidente que se pretende informar a la población sobre lo que viene ocurriendo para hacer presión o buscar respaldo. Pero como efecto de esta difusión, ¿de qué lado debe estar cada peruano y cómo podrían expresar su respaldo a uno u otro bando?


¿Quiere  saber cuánto recibió la Municipalidad donde usted vive en 2012?

Léalo en el siguiente link:



12 de marzo de 2013

YO NO PESCADOR


Yo soy el pueblo peruano, no soy pescador; pero las leyes vigentes dicen que el pescado es patrimonio de la Nación, o sea que es mío y que el Estado lo administra y permite que algunos lo pesquen.

Hoy día los que pescan, grandes y chicos se quejan pelean y exigen al Gobierno que los dejen pescar más o donde quieren…no lo sé. No me interesa tampoco el detalle técnico, legal o macroeconómico porque no lo entiendo. Soy solamente el pueblo peruano, dueño del pescado del mar, ríos y lagunas de mi tierra. Lo que me interesa saber es cuanto recibo yo por cada kilo de pescado que unos pocos se llevan de mi mar, ríos y lagunas.

Yo no soy pescador, no trabajo para la pesca ni las empresas pesqueras son mis clientes ni mis proveedores, así que no recibo nada directamente de ellos. Solo recibo los beneficios de los impuestos que ellos pagan y que el Estado distribuye o invierte en infraestructura. Pero ante la bulla en los medios de comunicación por mi pescado, quisiera que el Estado me diga cuantos pescadores hay, cuanto pescado se llevan cada año y cuanto me pagan a mí, el dueño del pescado, por lo que se llevan. Sé que deben pagar un impuesto por sus ganancias que se llama renta de tercera categoría y que de ahí la mitad se va al canon pesquero; pero quiero saber cuánta utilidad tiene cada uno de ellos y cuánto impuesto pagan. No quiero saber grandes cosas, solo una puntual: cuánto pagó cada uno. Sé también que algunos, no todos, pagan unos derechos de pesca, de los cuales la mitad se va también al canon pesquero y la otra mitad se queda en el Ministerio. Quiero saber cuánto pagó cada uno y quiénes no pagaron porque no quisieron o porque la norma no los obliga a pagar. Quiero saber en que gastaron el dinero del canon los gobiernos regionales y las Municipalidades. Quiero saber en qué se gastó su mitad el Ministerio.

Finalmente solo quiero saber cuánto dinero recibe cada habitante del Perú, o sea los dueños del pescado por cada kilo con el cual unos cuantos ganan dinero. Así como dicen el consumo per cápita de pescado, quiero saber cuánto gané por cada kilo de pescado capturado. Quiero inclusión, como dice el Presidente. Quiero que me incluyan en las ganancias del negocio pesquero en forma justa.

Quiero saber cuánto cuesta limpiar las bahías contaminadas por plantas y lanchas, cuándo las limpiarán y cuánto costará, así como saber quién pagará por esa limpieza y hasta cuándo deberemos soportar la contaminación del humo y los olores de las plantas.

Quiero saberlo para decidir si esas gentes que salen en televisión a reclamar y argumentar  con técnica, ley o economía, tienen el derecho moral a reclamar sobre pescados que son míos y por los cuales yo debo recibir algo. Por eso quiero saber cuánto recibo y cuánto cuesta reparar el daño que le causan a mi mar, ríos o lagunas. Quiero saber si estoy ganando o estoy perdiendo y si solamente algunos están ganado a expensas mías, yo que soy el pueblo peruano, desorganizado y sin defensor alguno.

Y si yo tengo que reclamar y quejarme, así como hacen ellos, también me sentiré con no solo el derecho, sino con el deber de organizarme y salir a reclamar, bien sea directamente como pueblo o a través de mis organizaciones sociales o gobiernos locales. Si yo no puedo participar en las grandes decisiones, quiero que mi Gobierno me represente y defienda mis intereses. Si mi gobierno me defiende bien, yo lo apoyaré. Si no me defiende bien, tendré que defenderme sólo de alguna manera. Pero no quiero ser un convidado de piedra en un negocio en el cual unos pocos ganan nada más y yo, el dueño, gano nada, gano poco, o una cantidad injusta y/o no se invierten bien mis ganancias. 
También quiero entender porqué hay poco pescado para comer y además caro si todos dicen que somos un país pesquero, el más grande productor de harina de pescado del mundo.