El mayor fallo de la gestión es que ni los pescadores ni los gestores poseen los conocimientos necesarios para dirigir algo tan complejo como un ecosistema marino costero. El derecho a pescar no se debería basar en si uno dispone del dinero suficiente para comprarse un barco, sino en los conocimientos y la voluntad de trabajar en colaboración con los gestores y los científicos para hacer que la pesca sea sostenible. El derecho a pescar se debería ganar o perder según la voluntad de aceptar unos límites razonables a las capturas.

Paul Greenberg

27 de agosto de 2013

En contra del modelo peruano

Ese modelo peruano –crecimiento económico con ineficacia política– no puede ser visto como un éxito... ocupa el puesto 105 de 144 en el ranking de calidad institucional del WEF.

Inevitablemente se alzarán voces que reclamen revisar 'el modelo', ahora que se empieza a sentir la desaceleración económica. Que ese modelo merezca ser defendido o no, dependerá en realidad de qué cosa entendamos que abarca. Porque, desde luego, hemos crecido a tasas espectaculares y la pobreza se ha reducido a la mitad sin que se acentúe la desigualdad (ver Perú Económico, febrero 2010), al tiempo que la manufactura no primaria alcanzó sus niveles históricos más altos (artículo Piénselo otra vez: Este modelo económico genera desigualdad) para disgusto de quienes creen que la libertad sólo genera crecimiento 'primario-exportador'.

Pero ése es sólo el lado económico de nuestra historia reciente. Y para ser consistente con mi repudio a la división del mundo en derechos y libertades políticos, por un lado, y económicos, por el otro –sostengo que la libertad económica es un derecho político más, de igual jerarquía que la libertad de expresión, por ejemplo (columna Gasto fiscal e incentivo electoral)–; para ser consistente, digo, no podría sostener que esa historia se explica en un modelo puramente económico. No, el Perú en estos últimos veinte años –desde la Constitución del 93– ha puesto en marcha un modelo integral, que abarca libertades económicas, pero también mecanismos políticos. Y dichos mecanismos han sido un rotundo fracaso, como en resumen concluye Alberto Vergara en su reciente libro Ciudadanos sin república y como he sostenido yo mismo en esta columna repetidamente a lo largo de por lo menos seis años (columna Reformas constitucionales, columna CADE: Una nueva oportunidad, columna Vacar y revocar en una democracia madura, entre otras).

Y es que "... embelesados por el boom económico, preferimos pasar por alto que una democracia sin partidos ni instituciones sólidas es una suerte de experimento posmoderno que no tiene antecedente de éxito ni sostenibilidad en la historia universal" (columna El nefasto legado del 5 de abril). Porque "el problema del 'sistema' es más político que económico" pero nuestros políticos "cayeron en la complacencia del crecimiento económico y omitieron deliberadamente legitimar el sistema político" (columna Alan ayudó a Humala). Las millonarias arcas de los gobiernos locales que reciben canon, pero no invierten ni en lo más elemental para mejorar la calidad de vida de sus habitantes –agua y desagüe digamos– son la prueba más elocuente. Como explicó Piero Ghezzi en la presentación del libro de Vergara, para mantenerse funcionando con ese nivel de instituciones, el Perú tendría que crecer cada vez más y todo indica que crecerá cada vez menos.

Ese modelo peruano –crecimiento económico con ineficacia política– no puede ser visto como un éxito. Tomo sólo dos de los varios indicadores expuestos por Felipe Ortiz de Zevallos en la reunión anual del SAE de APOYO Consultoría: El Perú ocupa el puesto 105 de 144 en el ranking de calidad institucional del World Economic Forum y el puesto 11 de 15 en la medición de la calidad de la democracia en América Latina de Jesús Tovar. Entre 2005 y 2012 nuestro país mejoró 28 posiciones (de la 71 a la 43) en el ranking Doing Business del Banco Mundial, pero sólo dos posiciones en el Índice de Desarrollo Humano del PNUD. No podemos ser triunfalistas ni complacientes con esos resultados, porque –como concluyó Hugo Santa María en esa misma reunión– no se trata sólo de ser un mejor lugar para hacer negocios, sino también un mejor país para vivir.

POR GONZALO ZEGARRA MULANOVICH

Fuente


http://semanaeconomica.com/article/economia/122686-en-contra-del-modelo-peruano/?utm_source=boletin&utm_medium=matutino&utm_campaign=2013-08-27&hq_e=el&hq_m=176078&hq_l=4&hq_v=b779a4ba86