El mayor fallo de la gestión es que ni los pescadores ni los gestores poseen los conocimientos necesarios para dirigir algo tan complejo como un ecosistema marino costero. El derecho a pescar no se debería basar en si uno dispone del dinero suficiente para comprarse un barco, sino en los conocimientos y la voluntad de trabajar en colaboración con los gestores y los científicos para hacer que la pesca sea sostenible. El derecho a pescar se debería ganar o perder según la voluntad de aceptar unos límites razonables a las capturas.

Paul Greenberg

30 de agosto de 2012

Una norma pesquera importante para el Perú

La pesquería peruana se ha centrado, desarrollado y regulado en los últimos años, en función de la industria harinera basada en la anchoveta. Analizada por volúmenes de extracción, la pesquería peruana califica desde entonces como monoespecífica.
 
Durante años se nos ha hecho creer y pensar en la pesquería peruana de un modo alejado de la realidad. Se nos hizo creer que éramos buenos porque exportamos mucha harina de pescado y se nos inculcó la creencia en muchos mitos más.            

Los volúmenes de recursos pesqueros naturales no aumentan a la par que crece la población vinculada a la extracción. Los recursos pesqueros no aumentan en función a la demanda.

 Las evidencias hacen presumir que el manejo de la extracción pesquera no garantiza la sostenibilidad de un sinnúmero de recursos importantes para la sociedad y para el equilibrio del ecosistema. El impacto sobre los recursos marinos y costeros se hace cada vez más evidente, pudiendo exceder  la capacidad de carga de los mismos. La riqueza infinita del mar peruano no es más que un mito. Este error de percepción promueve un irrefrenable incremento del esfuerzo pesquero y confunde además a la opinión pública.
 
La realidad es que en el Perú hacer harina es el negocio más rentable. Con no más de 150 días de producción al año se generan cifras de exportación espectaculares que, con toda seguridad, proporcionan gran riqueza a los exportadores y participantes del negocio, aunque no para el país como lo demuestran las cifras de recaudación del impuesto a la renta y derechos de pesca en relación a las ventas y exportaciones del sector.
 
La cantidad de dinero que mueve el negocio pesquero es tan grande que ha creado todo un sistema de defensa de intereses, de lobbies y de corrupción apenas destapado por algunos sectores de la prensa, y tan solo en forma eventual.
 
Intentar introducir cambios en el sistema en beneficio de la sociedad civil no es solo un deber sino una obligación de cualquier gobierno. Sin embargo la historia nos muestra como autoridades con esa intención han caído, víctimas del lobbysmo de diversas áreas del sector y de la falta de compromiso de Palacio de Gobierno con la reforma pesquera que el país necesita.
 
 Lo que ocurra en los próximos meses con esta Administración de Pesquería que ha tenido el coraje de introducir una reforma que toca muchos intereses particulares en beneficio del país, definirá la calidad y valor del compromiso de Palacio de Gobierno con el país y con el concepto de inclusión social.
 
 Siendo la pesca artesanal la principal abastecedora de recursos pesqueros para el consumo humano directo de la población nacional era necesario redefinir con precisión su concepto y sus alcances. El DS 005-2012-PRODUCE es un documento importante orientado en el sentido correcto. Aunque haya discrepancias y críticas sobre el procedimiento de su promulgación, la verdad es que una norma consensuada entre la autoridad y los interesados en el negocio pesquero es un imposible dada la cantidad de dinero que hay en juego

23 de agosto de 2012

El arrastrero que nadie quiere





La ballena azul, el mayor animal que existe, mide alrededor de 25 metros de largo, el equivalente a dos autobuses. Su inmensa boca le sirve para alimentarse principalmente de krill, unas cuatro toneladas al día. Un magnífico animal que sin duda la naturaleza ha limitado en longitud y capacidad de alimentarse.
 
Ahora imaginemos otro monstruo marino pero de acero, de una longitud de 144 metros, es decir, seis veces el tamaño de una ballena azul o el de 12 autobuses. Sus bocas son en este caso inmensas, con redes de 300 metros. Siguiendo con las comparaciones, este monstruo sería capaz de albergar 13 aviones Jumbo en sus redes y puede procesar 250 toneladas de pescado al día (60 veces más que la ballena azul). Estos monstruos se llaman superarrastreros.
 
No hace falta echar muchas cuentas para entender que semejante capacidad de pesca no puede ni mucho menos ser sostenible en el tiempo. No solo por la cantidad desorbitada de pescado que son capaces de pescar estos barcos, sino también por los descartes que generan, tanto de otros peces como de tortugas, rayas, focas, tiburones...
 
En la costa occidental de África lo saben bien. Con los caladeros europeos tiritando, estos enormes barcos se han desplazado a sus aguas a pescar, diezmando los recursos marinos que son, para las comunidades locales, su fuente de ingresos y de proteína. Hasta tal punto que en abril de 2012, el recién elegido presidente de Senegal, dio un golpe sobre la mesa y echó de sus aguas a 29 arrastreros. Cada uno de estos barcos pescaba en un día lo que 50 embarcaciones locales en un año. Su marcha ya se nota en las capturas de pesca local.

Uno de estos barcos expulsado es el FV Margiris, que estos días es noticia en Australia. En su búsqueda de nuevos caladeros, la compañía pesquera australiana Seafish Tasmania quiere, mediante un acuerdo con la compañía holandesa a la que pertenece el buque, acceder a aguas de Australia. Irónicamente, el destino de la pesca serían los países de la costa occidental de África, cuyos fondos marinos ha sobreexplotado.
 
La presencia de este barco y sus impactos ambientales y económicos para el sector pesquero local ha generado protestas y un intenso debate, hasta tal punto, que el Parlamento de Tasmania, donde se localiza el puerto al que accedería el barco, ha aprobado una moción para que el Gobierno central vete la entrada del barco.
 
El Margiris pertenece a la asociación de barcos arrastreros congeladores pelágicos (PFA en sus siglas en inglés), a la que pertenecen buques superarrastreros europeos y que recibe grandes subvenciones de la UE. Por ejemplo, entre 2006-2012 los contribuyentes europeos pagamos el 90% de los costes de acceso de pesca de estos barcos a aguas mauritanas y marroquíes.
 
¿Hasta cuándo vamos a seguir exportando la sobrecapacidad a otras aguas? ¿Hasta cuándo va a seguir financiando la UE las industrias pesqueras insostenibles? Senegal ha dicho no a la pesca destructiva, Tasmania también. La UE, con la reforma de la Política Pesquera Común tiene la oportunidad de dar un giro y apoyar la pesca sostenible en lugar de financiar la destrucción de los océanos.
Para que los únicos grandes “monstruos” marinos vuelvan a ser las ballenas azules.
 
Elvira Jiménez, campaña de Océanos de Greenpeace @elvirajn

15 de agosto de 2012

UN TERMÓMETRO PARA LOS OCÉANOS



Evaluación global de los océanos . / BEN HALPERN AND COLLEAGUES / NCEAS 2012


Un equipo científico mide el efecto de la actividad humana en las aguas de 171 países y territorios.

De los 7.000 millones de personas que habitan el planeta, más del 40% viven cerca de la costa marina e interactúan con el océano de una u otra manera. Las poblaciones obtienen alimentos, exploran el litoral para el turismo y las actividades de recreo; pescan; desarrollan economías costeras, protegen las aguas y la biodiversidad... o no. ¿Cómo medir el efecto de toda esta actividad en todos los países? Un equipo científico internacional ha elaborado una especie de termómetro, un indicador con el que evalúa la salud del océano tras esa interacción con la especie humana. Su diagnóstico global, en forma de puntuación, es de seis sobre 10.

El termómetro permite calcular la puntuación de todos los países del planeta que se asoman al mar atendiendo a sus condiciones ecológicas, sociales y económicas. Es la primera evaluación global de la salud del océano, según los expertos de la Universidad de British Columbia (Canadá) que han intervenido en su elaboración.
Pese a la media de 6 para todo el mundo (o 60 sobre 100 en sus datos), los extremos son notables: la peor nota, un 3,6 sobre 10, se la lleva Sierra Leona y la mejor — 8,6— es para una isla prístina en el Pacífico sur (Jarvis). España se sitúa casi en la media mundial con un 5,8. Sólo el 5% de los países superan el siete, mientras que el 32% suspende, con notas inferiores al cinco. En general, concluyen los investigadores a la vista de los datos, los países desarrollados tratan mejor a sus mares que los países en desarrollo, pero la variación y las excepciones son notables, advierten. Ningún país supera el 8,6 de calificación y la mayoría está por debajo del 7.

 
“El índice de salud del océano es un marco excelente para evaluar si las cosas mejoran o empeoran en respuesta a nuestras actuaciones”, explica Daniel Pauly, biólogo marino canadiense de gran prestigio internacional y uno de los científicos del equipo que ha desarrollado el nuevo indicador.
La puntuación de seis sobre 10 significa que hay mucho margen de actuación para mejorar la situación y uno de los objetivos del índice, dicen los científicos que lo han elaborado y que lo presentan hoy en la revista Nature, es que proporciona una herramienta poderosa para obtener la información necesaria en la que basar las decisiones políticas y económicas sobre cómo utilizar y proteger los ecosistemas oceánicos.

Para elaborar el termómetro, los investigadores han definido 10 parámetros: la biodiversidad del mar; la cantidad de alimentos extraídos de modo sostenible (incluida pesca y acuicultura); la pesca artesanal; la extracción de productos marinos no alimenticios; la capacidad de almacenamiento de carbono en el mar; la protección del litoral; la economía en la costa y su efecto social; las actividades de turismo y recreo; los valores de identidad cultural para la población y la limpieza de las aguas. Se ha trabajado con la información de más de un centenar de bases de datos de diferentes disciplinas combinando y haciendo compatibles sus registros.
El equipo está formado por expertos estadounidenses y canadienses y lo lidera Benjamin S. Halpern, de la Universidad de California en Santa Bárbara. En líneas generales, los países costeros de África Occidental, Oriente Próximo y América Central puntúan por abajo, mientras que algunas partes del norte de Europa, Canadá, Australia, Japón, varias islas tropicales y algunas regiones deshabitadas están en la parte alta de la lista.

El índice, que publica ‘Nature’, es la primera evaluación global de los mares.
“Esto se debe a que los países desarrollados tienden a tener economías más fuertes y mejores regulaciones e infraestructuras para gestionar las presiones [sobre el océano] y mayor capacidad para hacer un uso sostenible de los recursos”, explican los investigadores.

Pero muchos países escapan a esta tendencia general. Así, por ejemplo, Polonia y Singapur obtienen puntuaciones bajas (4,2 y 4,8 respectivamente), mientras que Surinam (6,9) y Seychelles (7,3) sacan puntuaciones muy altas porque logran destacar en algunos de los parámetros del termómetro. Estados Unidos se sitúa en 6,3, Canadá en 7, Rusia en 6,7 y Reino Unido, 6,1. China figura en la lista de puntuaciones con un 5,3; India, con 5,2 y Brasil con un 6,2. Por la parte alta de la clasificación, en Europa destacan Alemania, con 7,3; Holanda, con 7 y Dinamarca, con 6,9.

El indicador mide factores como la biodiversidad, el turismo y la pesca.
Halpern y sus colegas obtienen la puntuación para un total de 171 países y territorios y, por ahora, se centran en la zona denominada económica exclusiva (hasta 200 millas, o 370 kilómetros, del litoral), en la que se desarrolla la inmensa mayoría de las actividades humanas en relación con el océano como fuente de alimentos, recursos naturales, zonas de recreo y de identidad sociocultural. Pero nada impide aplicar el mismo termómetro a zonas de mar abierto a medida que se vayan obteniendo los datos precisos. Aunque es teóricamente posible alcanzar la puntuación máxima de cien, es muy poco probable, explican los investigadores, dada las interacciones entre los objetivos de los diez parámetros considerados. Sin embargo, se ha mantenido ese nivel máximo como referencia para las comparaciones.

La ventaja del termómetro oceánico, explican los científicos en Nature, es que permite estandarizar multitud de datos de muy diferentes procedencias sobre los efectos de la interacción de la población con el océano y, además, hacer el seguimiento de su evolución en el tiempo. Supone, por lo tanto, una medida estandarizada, dinámica, cuantitativa y transparente “que puede ser utilizada por los científicos, por los gestores, por los políticos y por la sociedad para comprender mejor, hacer el seguimiento y exponer el estado de los ecosistemas, así como diseñar actuaciones estratégicas para mejorar el estado de salud general del océano”, destacan los investigadores.
El examen permite estandarizar datos de procedencia muy diversa.

En la página web del nuevo índice oceánico, los científicos recuerdan que las amenazas principales para la salud de los océanos son el cambio climático, la acidificación del agua, la sobrepesca, la destrucción de hábitats, la contaminación y la difusión de especies invasoras. La intensidad, el plazo, la distribución geográfica de cada una es diferente, y unas se pueden prevenir más fácilmente que otras. El cambio climático y la acidificación son las más difíciles de abordar y requerirán décadas de actuaciones, mientras que la sobrepesca se puede mitigar en una década. El índice de salud oceánica subdivide estas amenazas y evalúa sus impactos en los diferentes parámetros.
Fuente:

12 de agosto de 2012

ONU busca proteger los océanos

El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, presentó en Corea del Sur una iniciativa para proteger e impulsar el desarrollo sostenible de los océanos

El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, presentó este domingo en Corea del Sur una iniciativa para proteger e impulsar el desarrollo sostenible de los océanos.

La iniciativa, denominada "Oceans Compact" fue presentada por Ban en la conferencia internacional, celebrada en la suroccidental ciudad surcoreana de Yeosu, para celebrar el 30 aniversario de la firma de la Convención de las Naciones Unidas del Derecho del Mar.

El nuevo Pacto de los Océanos está destinado a reunir a todas las organizaciones relacionadas con la ONU para mejorar la coordinación y efectividad de su trabajo acerca de los océanos, destacó el titular de la ONU, según un reporte de la agencia informativa Yonhap.

La medida también promueve el compromiso de organizaciones no gubernamentales, empresas y academias para hacer frente a los desafíos en la protección y restauración de la salud y la productividad de los océanos.

"Si nos beneficiamos completamente de los océanos, debemos resolver una multitud de amenazas", destacó Ban en la inauguración de la conferencia internacional, a la que asisten representantes de 104 países y organizaciones internacionales.

Lo que necesitamos, agregó el secretario general de la ONU, es crear un nuevo ímpetu para la sostenibilidad del océano. "Es por eso que he decidido lanzar, una nueva iniciativa para reforzar el trabajo de la ONU sobre los asuntos de los océanos y el derecho del mar", destacó.

Ban, quien llegó la víspera a Corea del Sur para una visita oficial de cuatro días, enumeró una serie de problemas que afrontan los océanos del mundo como la contaminación, la piratería, la migración irregular, la explotación excesiva de recursos marítimos y la creciente amenaza del cambio climático.

"Nuestros océanos se están calentando y ampliando. Nos arriesgamos a cambios irrevocables en procesos que apenas comprendemos, tales como las grandes corrientes que afectan a los patrones del clima" , indicó el diplomático originario de Corea del Sur.

Ban dijo que decidió dar un fuerte énfasis a la importancia de océanos y su papel en el desarrollo sostenible, siguiendo adelante con la nueva iniciativa que comprometería el sistema de la ONU para promover el desarrollo sostenible de océanos.

Para proponer ideas para la iniciativa y facilitar diálogo, el jefe de la ONU propuso crear un "Grupo Consultivo del Océano" , compuesto por legisladores de alto rango, científicos y expertos en océanos del sector privado, destacó la agencia informativa surcoreana.

"Les urjo a que continúen incrementando la conciencia sobre los asuntos del océano y el Derecho del Mar. Han pasado 30 años desde que la Convención se inauguró y aún no ha sido ratificada por todas las personas que la han firmado" , recordó.

"Así como los océanos se extienden sobre nuestro planeta azul, hagamos nuestra meta el atraer a todos los países bajo la jurisdicción, protección y guía de este tratado esencial. El mundo puede lograr su objetivo de océanos sanos para la prosperidad", apuntó.





6 de agosto de 2012

LA ONU ALERTA DE CAMBIOS “SIN PRECEDENTES” EN LA TIERRA

Dos décadas de buenas palabras y de discursos a favor del medio ambiente no han evitado que los principales parámetros para medir la sostenibilidad de la actividad humana hayan empeorado.

 El objetivo de contener el calentamiento en dos grados para final de siglo se aleja; los océanos son cada vez más ácidos; la biodiversidad desaparece a un ritmo desconocido desde la extinción de los dinosaurios y la deforestación está alcanzando tales cotas que supondrá un coste para la economía mundial superior a las pérdidas derivadas de la crisis financiera de 2008. Así lo constata el informe GEO-5, elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) como previa a la cumbre de Río+20 que se celebrará en Brasil dos décadas después de la primera cumbre de la Tierra. De 90 objetivos solo hay avances significativos en cuatro. La ONU recomienda a los Gobiernos que, entre otras cosas, acaben con las subvenciones a los combustibles fósiles.

Lea el artículo completo en la edición de Agosto de la Revista Pesca en los siguientes links:

En PDF
http://www.revistapescaperu.com/

En formato revista
http://www.issuu.com/revistapesca/docs