El mayor fallo de la gestión es que ni los pescadores ni los gestores poseen los conocimientos necesarios para dirigir algo tan complejo como un ecosistema marino costero. El derecho a pescar no se debería basar en si uno dispone del dinero suficiente para comprarse un barco, sino en los conocimientos y la voluntad de trabajar en colaboración con los gestores y los científicos para hacer que la pesca sea sostenible. El derecho a pescar se debería ganar o perder según la voluntad de aceptar unos límites razonables a las capturas.

Paul Greenberg

8 de febrero de 2021

INFORMACION, DESINFORMACION E INFORMACION PARCIAL

 Si el desembarque de anchoveta en la primera y segunda temporadas 2020 fue de 4,814,120 tmb, la producción de harina a un ratio de conversión estimado de 4.3 debe haber sido de: 1,119,562 Tmb que a un precio promedio de US$ 1,387.40 daría una exportación de US$ 1,553,281,415.

Los derechos de pesca de la anchoveta son el 0.43% de dicho precio, o sea US$ 5.97 por tmb desembarcada. Por lo cual, si el desembarque fue de 4,814,120 tmb, el pago de derechos de pesca sería de: US$ 28,720,173.38. O sea el 1,85% del valor FOB.

Pero aún no podemos saberlo, porque la lentitud con la cual funciona el sistema de generación de estadísticas de PRODUCE, lo impide.

Esta sería la información completa que debería difundirse. Pero no es así. La prensa solo menciona el gran impacto sobre el PBI que el volumen de exportaciones genera induciendo a la ciudadanía a pensar favorablemente a la industria reductora, distrayéndola al ocultar el análisis correspondiente, de evaluar cuánto de ese monto exportado ha favorecido en términos reales al país. Tampoco mencionan que el IGV de las empresas exportadores se les devuelve ni hacen números entre lo pagado y lo devuelto. Nos hacen creer que somos bacanes porque exportamos mucha harina…somos los primeros, que bacán. ¿Y eso qué significa? Que unos cuantos ganaron mucho que y los empleados directos e indirectos algo cobraron. Bien hasta ahí. ¿Y el país cuánto ganó? 

Para ser transparentes y honestos se debe decir qué y cuánto ganó la industria y qué y cuánto ganamos los peruanos.

Pero ya lo sabemos desde siempre: el Perú creció en términos de PBI y macroeconómicos; pero nada chorreó para las mayorías. Ni siquiera se invirtió en salud y educación de calidad como elementos prioritarios de una política al servicio de la gente. Y finalmente la pandemia llevó a gastar gran parte del dinero que tenía o tiene el país, en préstamos empresariales que también ya conocemos.

Como también sabemos que los medios de comunicación nunca dirán las cosas como son, sino como convenga al poder de turno o a los poderes fácticos. El gasto en publicidad estatal es una buena razón para hacer lo que el poder de turno desea. En ese contexto, el rechazo de Victoria Nacional a usar dinero del Estado para propaganda en los medios de comunicación debe haberles dolido porque puede ser el indicio de una forma nueva de ejercer el gobierno a partir de agosto.

Total, solo somos ciudadanos que servimos para aplaudir o votar por viejos y tradicionales políticos que, por lo general serán más de lo mismo hasta que llegue gente joven, nueva, con equipos capaces que reemplacen a los existentes, que solo actúan en defensa de su empleo y no de los intereses del sector en el cual laboran.

Así ha sido siempre en la historia de la República y desde el Virreinato. Difícilmente cambiará en el corto plazo mientras el país siga manipulado por los medios de comunicación y los viejos políticos. La apuesta por los jóvenes acompañados de equipos honestos y experimentados es, definitivamente, la mejor opción.